¿Sabías que Chicago es la única ciudad de Estados Unidos donde podés pararte literalmente en el punto de inicio de la mítica Ruta 66 y al mismo tiempo disfrutar de algunas de las mejores pizzas deep dish del mundo? Esta ciudad que muchos conocen apenas de paso, esconde tesoros que compiten de igual a igual con Nueva York y Los Ángeles, pero con un encanto más auténtico y precios más accesibles para nosotros los argentinos.
Después de recorrer personalmente cada rincón de la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, podemos asegurarte que Chicago no es solo una escala en tu viaje por Estados Unidos: es un destino que merece protagonismo absoluto. La ciudad del viento (como la llaman cariñosamente) te va a sorprender con su arquitectura imponente, su escena cultural vibrante y esa hospitalidad del medio oeste americano que te hace sentir como en casa.
En esta guía completa vas a descubrir todo lo que necesitás saber para recorrer Chicago como un local, desde los imperdibles turísticos hasta esos secretos que solo conocemos quienes vivimos la ciudad con intensidad. Te aseguramos que después de leer esto, Chicago va a pasar directamente a tu lista de destinos obligatorios.
Downtown Chicago es donde la magia urbana cobra vida de la manera más espectacular. El Loop, como le dicen al centro financiero, no es solo el núcleo de la ciudad: es un museo al aire libre de arquitectura que te va a enamorar cada vez que levantes la vista.
¿Te imaginás caminar por calles donde cada edificio cuenta una historia diferente? Eso es exactamente lo que pasa cuando paseás por LaSalle Street o Michigan Avenue. Los rascacielos no son solo estructuras de hormigón y vidrio: son testimonios vivientes de la ambición americana y la capacidad de reconstruirse después de tragedias como el Gran Incendio de Chicago de 1871.
La Torre Willis (ex Sears Tower) sigue siendo el gigante indiscutido del skyline. Con sus 442 metros de altura y su famoso Skydeck, te ofrece una perspectiva de la ciudad que te hace entender por qué Chicago es considerada la capital arquitectónica de Estados Unidos. Cuando te parés en esas plataformas de vidrio suspendidas a más de 400 metros del suelo, sentirás que estás flotando sobre una maqueta gigante donde los autos parecen hormiguitas y el Lago Michigan se extiende hasta el infinito.
Pero si querés una experiencia más íntima y menos turística, te recomiendo la Torre Hancock. En el piso 96 está el Signature Lounge, donde podés tomar algo mientras disfrutás de vistas panorámicas sin pagar entrada. Es uno de esos tips que solo conocemos los que realmente hemos vivido Chicago desde adentro. Un trago al atardecer allí arriba, viendo cómo la ciudad se ilumina poco a poco, es una experiencia que vale vivir.
Si hay un lugar que define perfectamente el espíritu de Chicago, ese es Millennium Park. Acá no solo vas a encontrar la famosa Cloud Gate (esa escultura que todos conocen como «The Bean» por su forma de poroto gigante), sino que vas a experimentar cómo una ciudad puede transformar un espacio público en algo verdaderamente extraordinario.
The Bean es mucho más que un simple objeto brillante para sacarse selfies. Esta obra de Anish Kapoor, compuesta por 168 placas de acero inoxidable que pesan 98 toneladas, funciona como un espejo cóncavo que distorsiona y refleja el skyline de Chicago de manera hipnótica. El truco para disfrutarla realmente es llegar temprano en la mañana, cuando aún no hay multitudes y podés apreciar cómo la luz del amanecer juega con sus superficies curvas.
A pocos metros de The Bean, la Crown Fountain del artista español Jaume Plensa te va a sorprender con su concepto genial: dos torres de LED de 15 metros de altura que proyectan rostros de ciudadanos de Chicago. Cuando las caras «escupen» agua, los niños (y muchos adultos) se divierten tratando de esquivar los chorros. Es arte interactivo en su máxima expresión.
El Jay Pritzker Pavilion, diseñado por Frank Gehry, es otro de esos lugares que demuestran por qué Chicago es una ciudad que toma el arte en serio. Esta estructura de acero inoxidable que parece una flor metálica gigante, alberga conciertos gratuitos durante todo el verano. Imaginarte escuchando música clásica o jazz bajo las estrellas, rodeado de rascacielos iluminados, es experimentar Chicago en su máxima expresión cultural.
Uno de los secretos mejor guardados de Chicago es que es una ciudad costera, aunque su «costa» sea de agua dulce. El Lago Michigan es tan inmenso que cuando lo mirás desde la orilla, realmente parece un océano. Sus 58,000 kilómetros cuadrados lo convierten en el quinto lago más grande del mundo, y Chicago tiene el privilegio de estar asentada en su orilla suroeste.
North Avenue Beach y Oak Street Beach son los puntos más populares para disfrutar del lago durante el verano. Pero acá viene un dato que muchos turistas no saben: Chicago tiene más de 40 kilómetros de costa lacustre, con 18 playas públicas que en verano se transforman en verdaderos oasis urbanos. El contraste de estar tomando sol en una playa mientras tenés el skyline de una gran metrópolis como fondo es algo que no vas a encontrar en muchos lugares del mundo.
El Lakefront Trail es una ciclovía y sendero peatonal de 30 kilómetros que bordea toda la costa de Chicago. Alquilar una bicicleta y recorrer aunque sea una parte de este sendero debería estar en tu lista de imperdibles. Desde Navy Pier hasta North Avenue Beach, el recorrido te regala vistas espectaculares del lago y la ciudad que cambian constantemente con la luz del día.
Durante el invierno, cuando las temperaturas bajan drásticamente, el lago parcialmente congelado crea paisajes que parecen de otro planeta. Pero cuidado: el viento que viene del lago es lo que le da a Chicago su apodo de «Ciudad del Viento», y en invierno puede ser realmente feroz.
Navy Pier es probablemente el lugar más visitado de Chicago, y con razón. Este muelle de casi un kilómetro de largo que se adentra en el Lago Michigan es como un pequeño parque de diversiones al aire libre con vistas panorámicas de la ciudad.
La Rueda de la Fortuna del Navy Pier, inaugurada en 2016, mide 61 metros de altura y ofrece vistas de 360 grados de Chicago y el lago. A diferencia de otras ruedas similares, ésta tiene cabinas cerradas con aire acondicionado, lo que la hace cómoda en cualquier época del año. El recorrido dura aproximadamente 13 minutos, tiempo suficiente para sacar fotos espectaculares y apreciar la magnitud de la ciudad desde una perspectiva única.
Pero Navy Pier es mucho más que su rueda icónica. Acá vas a encontrar el Teatro IMAX de Chicago, el Museo de los Niños, jardines, restaurantes y durante el verano, espectáculos de fuegos artificiales los miércoles y sábados por la noche. Es uno de esos lugares donde podés pasar fácilmente medio día sin aburrirte.
Si visitás Navy Pier durante el verano, no te pierdas los cruceros por el lago que salen desde acá. Hay opciones para todos los gustos: desde paseos arquitectónicos donde un guía te explica la historia de los edificios más importantes de la ciudad, hasta cruceros con cena al atardecer que te permiten ver Chicago iluminado desde el agua.
El Chicago Riverwalk es una de las mejores adiciones recientes a la ciudad. Este paseo peatonal que bordea el Río Chicago por más de 2 kilómetros te permite caminar literalmente a nivel del agua, rodeado de algunos de los edificios más impresionantes de la ciudad.
Lo que hace especial al Riverwalk no son solo las vistas (que son espectaculares), sino la variedad de experiencias que ofrece. Tenés el Wine Bar flotante donde podés tomar una copa de vino mientras los barcos pasan al lado tuyo, kayaks que podés alquilar para explorar el río desde el agua, y múltiples terrazas donde podés sentarte a comer algo mientras admirás la arquitectura que te rodea.
Fort Dearborn marca el lugar donde se fundó Chicago en 1803, y caminar por el Riverwalk te hace consciente de la increíble transformación que vivió esta ciudad. Desde un pequeño puesto comercial hasta convertirse en la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, Chicago es una demostración viviente del sueño americano.
Los puentes levadizos del río Chicago son otro espectáculo en sí mismo. Cuando un barco grande necesita pasar, el tráfico se detiene y los puentes se levantan en una coreografía urbana que parece salida de una película. Es uno de esos momentos donde te das cuenta de que estás en una ciudad que funciona como un mecanismo de relojería gigante.
Más allá de las atracciones turísticas principales, Chicago es una ciudad de barrios, cada uno con su propia personalidad y historia. Si querés entender realmente cómo viven los locales y experimentar la auténtica cultura chicagüense, tenés que aventurarte más allá del Loop y descubrir estos vecindarios únicos.
Wicker Park es el epicentro de la escena alternativa de Chicago. Este barrio, que en los años 90 era considerado «peligroso», hoy es el corazón creativo de la ciudad. Acá vas a encontrar las mejores tiendas vintage, galerías de arte independiente, y algunos de los restaurantes más innovadores de Chicago. Milwaukee Avenue es la arteria principal, y caminar por sus cuadras es como hacer un recorrido por la cultura underground americana.
El mural «Greetings from Chicago» en Milwaukee Avenue es una parada obligatoria para los amantes del street art. Cada letra del mural representa un aspecto icónico de la ciudad: la pizza, los rascacielos, The Bean, y más. Es la foto perfecta para tu Instagram, pero también una obra de arte que refleja el orgullo local.
Little Italy te transporta directamente a la Italia de principios del siglo XX. Aunque el barrio perdió gran parte de su población italiana original, conserva el sabor auténtico en lugares como Tuscany on Taylor y la histórica Iglesia de Nuestra Señora de Pompeya. Acá es donde Al Capone comenzó su carrera criminal, y todavía podés sentir ese ambiente de época dorada (y oscura) de Chicago.
Chinatown es sorprendentemente auténtico para ser un barrio chino en el medio oeste americano. El Arco de la Entrada en Cermak Road y Wentworth Avenue marca el inicio de un micromundo donde podés encontrar desde herboristerías tradicionales hasta dim sum auténtico en MingHin Cuisine. El Muro de los Nueve Dragones es una réplica del famoso mural de Pekín y vale totalmente la pena el desvío.
Seamos honestos: cuando pensás en comida de Chicago, lo primero que se te viene a la mente es la deep dish pizza. Y está bien, porque Giordano’s realmente hace la mejor pizza estilo Chicago del mundo. Pero reducir la gastronomía de Chicago solo a la pizza sería como decir que Argentina solo tiene asado.
La deep dish pizza es, efectivamente, una experiencia culinaria única. No es pizza como la conocemos: es más parecido a una torta salada con masa crujiente, salsa de tomate arriba (¡no abajo!), y una cantidad obscena de queso mozzarella derretido. Una porción te puede dejar satisfecho por horas, y compartir una pizza entera entre dos personas es un desafío real.
Pero Chicago tiene mucho más que ofrecer. El hot dog estilo Chicago es una obra de arte culinaria que tiene reglas muy específicas: salchicha de carne 100% vacuna, pan con semillas de amapola, mostaza amarilla, cebolla blanca picada, apio cortado, tomate en rodajas, pepinillos y sal de apio. Y acá viene lo importante: jamás, bajo ninguna circunstancia, le pongas ketchup. Los locales lo consideran una herejía.
Portillo’s es la cadena legendaria donde tenés que probar el hot dog auténtico. Pero si querés la experiencia más tradicional, Gene & Jude’s en las afueras de la ciudad sigue preparándolos como en 1946. Es un viaje en el tiempo gastronómico que vale cada kilómetro del trayecto.
Stan’s Donuts revolucionó la escena del desayuno en Chicago cuando llegó desde Los Ángeles. Sus donuts artesanales y su café de especialidad compiten directamente con las mejores panaderías de París. El old-fashioned glazed es pura perfección, y tomarte un café cortado ahí mientras planeás tu día es una experiencia muy parecida a desayunar en un café porteño.
Las palomitas de queso cheddar de Garrett Popcorn son otro snack icónico que no podés perderte. Desde 1949, esta empresa familiar perfeccionó la receta de palomitas gourmet, y la mezcla Chicago Mix (queso cheddar y caramelo juntos) es adictiva de verdad.
Chicago no es solo una ciudad importante para la música americana: es el lugar donde nacieron el blues eléctrico y el house music. Acá es donde Muddy Waters, Howlin’ Wolf y Buddy Guy transformaron el blues rural del sur en el sonido urbano que influenció a The Rolling Stones, Led Zeppelin y prácticamente toda la música rock moderna.
Buddy Guy’s Legends sigue siendo el templo del blues en Chicago. Este local, abierto desde 1989, es propiedad del legendario Buddy Guy, quien a sus más de 80 años todavía toca regularmente. Llegar acá un martes por la noche y escuchar blues auténtico mientras tomás bourbon es experimentar Chicago en su estado más puro.
Pero la escena musical de Chicago va mucho más allá del blues. El jazz también tiene raíces profundas acá, desde los días de Al Capone y los speakeasies hasta la actualidad. Green Mill Cocktail Lounge en uptown es el lugar donde Al Capone solía relajarse, y hoy sigue funcionando como uno de los mejores clubes de jazz del mundo. Los jueves hay poetry slam, los sábados jazz tradicional, y la atmósfera de los años 20 está perfectamente conservada.
House music también nació en Chicago a principios de los 80, en clubs como The Warehouse. Aunque ese club ya no existe, podés experimentar la escena house contemporánea en lugares como Smartbar en Wicker Park o Spybar en River North.
Los deportes en Chicago no son solo entretenimiento: son religión. La ciudad tiene equipos en las cuatro ligas principales de Estados Unidos, y cada uno tiene una historia y una cultura de fanáticos únicos.
Los Chicago Bulls convirtieron a Michael Jordan en el atleta más famoso del mundo durante los años 90. Aunque Jordan ya no juega, su estatua afuera del United Center sigue siendo un lugar de peregrinación para los fanáticos del básquet. Ver un partido de los Bulls es experimentar el espectáculo del básquet americano en su máxima expresión: música, luces, cheerleaders, lanzamiento de camisetas, y una energía que te contagia incluso si no entendés las reglas.
Los Chicago Cubs tienen una historia aún más emotiva. Después de 108 años sin ganar una Serie Mundial, finalmente lo lograron en 2016 en una de las celebraciones más épicas en la historia del deporte americano. Wrigley Field, su estadio, es el segundo más antiguo de las Grandes Ligas y conserva ese encanto vintage que te hace sentir como si estuvieras en 1914. El marcador sigue siendo manual, las tribunas están cubiertas de hiedra, y el ambiente es familiar y relajado.
Ver un partido de baseball puede parecer aburrido si no conocés el deporte, pero la experiencia va mucho más allá del juego. Es un ritual social donde la gente come hot dogs, toma cerveza, y disfruta de una tarde relajada. Los seventh-inning stretch (cuando todos se levantan a cantar «Take Me Out to the Ball Game») es uno de esos momentos que te hacen sentir parte de la cultura americana.
El sistema de transporte público de Chicago, conocido como «The L» (por «elevated», ya que gran parte del sistema funciona en vías elevadas), es una de las mejores maneras de conocer la ciudad y ahorrar dinero al mismo tiempo.
La línea azul conecta directamente ambos aeropuertos (O’Hare y Midway) con el centro de la ciudad. Por menos de 3 dólares podés llegar desde el aeropuerto hasta el Loop, y de paso vas a tener vistas aéreas de la ciudad que no conseguís de ninguna otra manera. Es mucho más barato que un taxi o Uber, y durante las horas pico, a menudo más rápido también.
La tarjeta Ventra es tu llave maestra para todo el transporte público de Chicago. Podés usarla en trenes, autobuses, y hasta en algunos ferries. Si vas a estar más de tres días, te conviene comprar un pase semanal que incluye viajes ilimitados.
Una de las experiencias más auténticas es tomar la línea marrón durante el rush hour de la mañana. Esta línea hace una curva alrededor del Loop y pasa tan cerca de los edificios de oficinas que literalmente podés ver a la gente trabajando en sus escritorios.
Para distancias cortas en el centro, Divvy Bikes (el sistema de bicicletas compartidas) es ideal. Con más de 600 estaciones en toda la ciudad, podés tomar una bici en un lugar y dejarla en otro. El Lakefront Trail es perfecto para ciclismo recreativo, mientras que las calles del centro tienen ciclovías protegidas que hacen que andar en bici sea seguro y eficiente.
El clima de Chicago es famoso por sus extremos, y la época del año en que visitás va a determinar completamente tu experiencia. El verano (junio a agosto) es espectacular: temperaturas cálidas, festivales al aire libre, playas activas, y la ciudad en su máximo esplendor. Pero también es cuando hay más turistas y los precios están más altos.
El invierno puede ser brutalmente frío (temperaturas de -20°C no son raras), pero Chicago en invierno tiene su propio encanto. Los edificios se ven más majestuosos contra el cielo gris, hay menos multitudes en las atracciones, y experimentás la ciudad como la viven realmente los locales 8 meses del año.
El Chicago Pedway es un sistema de túneles subterráneos que conecta más de 50 edificios en el centro. Durante el invierno, podés caminar desde Millennium Park hasta el Ayuntamiento (7 cuadras) sin salir al exterior. Es el secreto mejor guardado para sobrevivir al invierno chicagüense.
Para ahorrar dinero en atracciones, la Go Explorer Pass puede ser una inversión inteligente si planeás visitar múltiples lugares. Incluye Skydeck, Field Museum, la rueda del Navy Pier, Legoland, y más. Pero hacé los cálculos: solo te conviene si realmente vas a usar al menos 3-4 atracciones incluidas.
Propinas en Chicago siguen las reglas estándar americanas: 18-20% en restaurantes, 15-18% para taxis y Uber, 1-2 dólares por trago en bares. En algunos restaurantes más elegantes, la propina puede estar incluida para grupos grandes, así que revisá la cuenta antes de pagar doble.
La mejor época para visitar Chicago depende de tus prioridades. Mayo a septiembre es la temporada ideal: clima cálido, festivales, playas activas, y todas las atracciones funcionando al 100%. Lollapalooza en agosto es uno de los festivales de música más importantes del mundo y transforma Grant Park en una ciudad temporal de música.
Octubre puede ser espectacular si tenés suerte con el clima. Los colores del otoño en Lincoln Park y Millennium Park son increíbles, hay menos turistas, y todavía podés disfrutar de actividades al aire libre.
Noviembre a marzo es para los valientes. Pero si podés tolerar el frío, vas a ver Chicago en su forma más auténtica. Los museos están menos llenos, los restaurantes son más fáciles de reservar, y los locales son más dispuestos a entablar conversación porque cualquiera que esté afuera durante el invierno chicagüense claramente está comprometido con la experiencia.
Para realmente conocer Chicago, necesitás mínimo 4 días. Un día para el centro y las atracciones principales, otro para los museos y Navy Pier, un tercero para explorar barrios como Wicker Park y Lincoln Park, y un cuarto para relajarte, hacer compras en Magnificent Mile, y capturar esas experiencias que no planeaste.
Si tenés una semana, mejor aún. Podés tomarte el tiempo para vivir la ciudad sin apuro, ver un partido de Cubs o Bulls, explorar la escena nocturna, y tal vez hacer una excursión a Oak Park para ver las casas diseñadas por Frank Lloyd Wright.
¿Es seguro caminar por Chicago de noche? El centro de Chicago y las zonas turísticas principales son muy seguras, especialmente en River North, Loop, y Magnificent Mile. Como en cualquier ciudad grande, usá sentido común: mantente en áreas bien iluminadas y concurridas, no muestres objetos de valor, y confiá en tu instinto.
¿Necesito alquilar un auto para recorrer Chicago? Para quedarte en el centro y las atracciones principales, definitivamente no. El transporte público es excelente y caminar es la mejor manera de experimentar la ciudad. Solo considerá un auto si planeás visitar los suburbios o hacer excursiones fuera de la ciudad.
¿Cuál es el presupuesto diario recomendado para Chicago? Para un viajero argentino, calculá entre 80-180 USD por día incluyendo hotel de rango medio, comidas, transporte y algunas atracciones. Podés aumentar el presupuesto para hoteles de lujo y restaurantes de alta gama.