Quiero conocer más sobre este destino¿Sabías que las playas de la Costa Azul reciben más de 15 millones de bañistas cada verano, convirtiendo esta franja dorada de la Riviera francesa en uno de los litorales más codiciados del mundo? No es para menos. Con más de 115 kilómetros de costa que abrazan el Mediterráneo, estas playas francesas ofrecen desde calas secretas de guijarros cristalinos hasta extensos arenales donde el jet set mundial viene a lucir sus mejores galas.
Imaginate hundiendo los pies en arena tibia mientras el sol mediterráneo acaricia tu piel, con el aroma de pinos mezclándose con la brisa salina. Las mejores playas Costa Azul no son solo espacios para tomar sol; son escenarios donde se escriben historias de amor, donde los artistas encuentran inspiración y donde cada atardecer parece pintado especialmente para vos.
Desde las exclusivas playas privadas de Cannes hasta las joyas ocultas que solo conocen los locales, cada tramo de costa tiene su propia personalidad. Algunas son perfectas para familias con niños, otras son el paraíso de los deportes acuáticos, y unas pocas son verdaderos santuarios de lujo donde una sombrilla puede costar más que una cena en Puerto Madero.
En esta guía completa vas a descubrir junto a Travel wise cuáles son las playas imperdibles de la Riviera francesa, sus secretos mejor guardados, y cómo disfrutarlas como un verdadero conocedor del Mediterranean lifestyle.
La playa de la Croisette en Cannes es probablemente la más fotografiada de toda la Costa Azul, y no es casualidad. Este tramo de 2 kilómetros de arena fina dorada se extiende frente a los hoteles más exclusivos del mundo, creando un espectáculo visual que parece sacado de una película de Hollywood.
Las playas privadas de Cannes que bordean la Croisette son verdaderas instituciones del lujo. Lugares como el Martinez Beach, el Carlton Beach o el Majestic Beach Club no son simplemente espacios para tomar sol; son experiencias completas donde el servicio alcanza niveles de sofisticación que rozan lo sublime. Una sombrilla con dos reposeras puede costar entre 80 y 150 euros por día, pero incluye servicios que van desde toallas de primera calidad hasta personal que prácticamente lee tus pensamientos para anticipar cualquier necesidad.
El Carlton Beach Club, especialmente, es famoso por sus fiestas de verano que atraen a celebridades internacionales. Durante el Festival de Cannes en mayo, conseguir una reserva aquí es más difícil que obtener entradas para la ceremonia de apertura. Los DJs internacionales pinchan sets exclusivos mientras los invitados disfrutan de cócteles que cuestan más que un almuerzo completo en otros destinos.
La zona pública de la playa, conocida como Plage du Midi, ofrece una alternativa más democrática sin perder el encanto cannense. Aquí podés extender tu toalla gratuitamente y disfrutar del mismo sol dorado y las mismas aguas turquesas que los huéspedes de los beach clubs de lujo. Los bares de playa cercanos como Plage Belles Rives o Palm Beach ofrecen precios más accesibles y un ambiente relajado pero siempre con ese toque de elegancia que caracteriza a Cannes.
La playa del Martinez merece mención especial por ser el lugar donde nació el concepto moderno de beach club de lujo. Desde 1929, este espacio ha sido el refugio veraniego de la aristocracia europea y las estrellas de Hollywood. Grace Kelly solía pasar sus tardes aquí antes de convertirse en Princesa de Mónaco, y la tradición de elegancia continúa intacta.
Lo que hace único al Martinez Beach es su capacidad de mantener un ambiente exclusivo sin resultar ostentoso. Las camas balinesas están estratégicamente ubicadas para ofrecer privacidad, mientras que el restaurante de la playa sirve una cocina mediterránea refinada con ingredientes locales de primera calidad. Los mojitos de lavanda y los rosés helados son especialmente famosos entre los habitués.
Durante las fiestas de verano en Cannes, el Martinez organiza eventos temáticos que son legendarios en la Riviera. Las White Parties de julio, donde todos visten de blanco bajo las estrellas, o las sesiones de jazz al atardecer de agosto, crean recuerdos que perduran mucho más allá de las vacaciones.
La playa Beau Rivage en Niza representa todo lo que tiene de encantador el approach niçois hacia el disfrute playero. Ubicada en pleno corazón de la Promenade des Anglais, esta playa privada de Niza logra esa combinación perfecta entre sofisticación y autenticidad que caracteriza a la ciudad.
A diferencia de las playas de Cannes, más enfocadas en el espectáculo, Beau Rivage mantiene un perfil más discreto pero igualmente refinado. Los niçois de toda la vida se mezclan aquí con viajeros conocedores que buscan calidad sin ostentación. El restaurante de la playa, con su terraza sombreada por pinos centenarios, sirve la mejor socca de toda la Costa Azul: esa torta de garbanzos tradicional que se come caliente, acompañada de un rosé bien frío.
Las fiestas en la playa de Niza tienen un sabor más auténtico que en otras ciudades de la Riviera. Los jueves por la noche, Beau Rivage organiza «Soirées Niçoises» donde se mezclan la música tradicional provenzal con sets de DJ contemporáneos. Es común ver a tres generaciones de una misma familia niçoise bailando juntas bajo las luces que se reflejan en el mar.
Plage Ruhl es la opción más democrática y divertida de las playas de Niza. Con una extensa zona pública y varios establecimientos privados que compiten en calidad y precio, aquí encontrás opciones para todos los presupuestos sin sacrificar la experiencia mediterránea.
La playa pública es especialmente popular entre familias y jóvenes. Los bares de playa como Blue Beach o Neptune ofrecen menús accesibles y una atmósfera relajada donde podés pasar el día entero con una inversión mínima. Durante los fines de semana de verano, se organizan torneos de vóley playa, clases de yoga al amanecer y sesiones de aqua aeróbicos que atraen tanto a locales como a turistas.
Los viernes por la noche, la zona se transforma en un verdadero epicentro de la movida nocturna niçoise. Los chiringuitos ponen música en vivo, se arman improvisadas pistas de baile sobre la arena, y la fiesta puede extenderse hasta las primeras horas del sábado. Es esa versión más espontánea y auténtica del nightlife mediterráneo que tanto caracteriza al sur de Francia.
Cuando pensás en playas Saint-Tropez, inmediatamente viene a la mente Pampelonne, esa extensión de 4.5 kilómetros de arena fina que revolucionó el concepto de playa chic en los años 60. Fue aquí donde Brigitte Bardot inmortalizó el estilo de vida tropeziano, y donde nacieron los primeros beach clubs que después se replicarían por todo el Mediterráneo.
Club 55, el más famoso de los establecimientos de Pampelonne, mantiene intacto ese espíritu bohemio-chic que lo hizo legendario. Lo que comenzó como un simple restaurante de pescadores para alimentar al equipo de filmación de «Et Dieu… créa la femme» en 1955, se convirtió en el lugar de encuentro de artistas, escritores y jet setters de todo el mundo. Hoy, almorzar en Club 55 sigue siendo un ritual de iniciación para cualquier visitante que quiera entender la esencia de Saint-Tropez.
La experiencia en Pampelonne va mucho más allá del simple tomar sol. Durante el día, los beach clubs organizan cenas-espectáculo con artistas internacionales, degustaciones de vinos rosé con vistas al atardecer, y fiestas temáticas que se extienden desde el mediodía hasta bien entrada la noche. Los eventos de verano aquí son legendarios: las White Parties, las Soirées Rosé, y las sesiones de DJ bajo las estrellas crean una atmósfera mágica que justifica los precios premium.
Para quienes buscan la autenticidad tropeziana sin las multitudes, Plage des Salins es una revelación. Esta playa natural de Saint-Tropez, protegida por una reserva de pinos marítimos, mantiene ese encanto salvaje que caracterizaba a toda la península antes del boom turístico.
Los Salins están divididos en varias calas pequeñas, cada una con su propia personalidad. La parte más cercana al parking tiene algunos chiringuitos discretos donde podés almorzar pescado fresco mientras observás a las familias tropeziences disfrutar de su playa de siempre. Pero si caminás un poco más, encontrás rincones prácticamente vírgenes donde el único sonido es el de las olas contra las rocas.
Durante las noches de luna llena en verano, los locales organizan fiestas improvisadas en Los Salins. Son reuniones espontáneas donde se comparte vino local, se toca guitarra y se baila hasta el amanecer. Estas celebraciones nocturnas, conocidas como «soirées sauvages», representan la esencia más auténtica del espíritu saint-tropeziano: elegante pero natural, sofisticado pero espontáneo.
Plage de la Garoupe en el Cap d’Antibes es posiblemente la playa más exclusiva de la Costa Azul. Rodeada de villas millonarias y bosques de pinos centenarios, esta pequeña cala de arena fina ha sido durante décadas el refugio veraniego de las familias más adineradas de Europa.
El Hotel du Cap-Eden-Roc, una de las instituciones hoteleras más prestigiosas del mundo, tiene aquí su beach club privado. Las tarifas son astronómicas (una simple sombrilla puede costar 200 euros por día), pero la experiencia incluye servicios que van desde mayordomo personal hasta menús degustación preparados por chefs con estrellas Michelin.
Lo que hace especial a La Garoupe no son solo sus servicios de lujo, sino su ubicación privilegiada. La playa está protegida de los vientos por el promontorio del cabo, creando aguas increíblemente calmas y cristalinas. Los fondos marinos, ricos en posidonia mediterránea, ofrecen una visibilidad excepcional para el snorkeling. Durante las tardes, cuando el sol se refleja en el agua turquesa, entendés por qué escritores como Scott Fitzgerald eligieron este lugar para ambientar algunas de sus obras más famosas.
Las playas de Juan-les-Pins tienen una personalidad completamente diferente al resto de la Costa Azul. Más jóvenes, más musicales, más democráticas. Fue aquí donde nació la tradición de los festivales de jazz en la playa, y donde se inventó esa mezcla única entre cultura y diversión playera que caracteriza al verano mediterráneo.
La playa principal de Juan-les-Pins se extiende por casi 2 kilómetros de arena fina, bordeada por el Pine Walk, ese paseo marítimo sombreado por pinos que da nombre a la ciudad. Los beach clubs como Pam Pam o Crystal Beach mantienen un ambiente relajado y accesible, perfecto para familias y grupos de amigos que buscan diversión sin pretensiones.
Durante el Festival de Jazz de Antibes-Juan-les-Pins en julio, las playas se transforman en escenarios al aire libre. Conciertos gratuitos al atardecer, jam sessions improvisadas en los bares costeros, y esa atmósfera única donde la música se mezcla con el sonido de las olas crean una experiencia cultural inolvidable. Es común ver músicos de renombre mundial disfrutando de un pastis, la bebida típica de la región, en algún chiringuito después de sus conciertos, mezclándose naturalmente con el público.