Bogotá: la capital colombiana que enamora con cultura, historia y sabores únicos


Cada lugar tiene una historia que contar


#volvésdistinto

Una ciudad de contrastes que te espera con los brazos abiertos

Soñemos juntos: recorrer una ciudad donde podés desayunar en un café de los años 40, almorzar rodeado de arte precolombino y terminar el día contemplando el atardecer desde 3,000 metros de altura… Te gustaría? Bogotá es ese lugar mágico donde la modernidad convive con la tradición colonial, donde cada esquina cuenta una historia y donde la calidez de su gente te hace sentir como en casa desde el primer momento.

La capital colombiana, ubicada en el corazón de los Andes, recibe cada año más de 3 millones de visitantes que quedan fascinados con su oferta cultural, gastronómica y arquitectónica. No es casualidad que haya sido elegida como la Capital Iberoamericana de la Cultura y que sus museos estén considerados entre los mejores de América Latina. Pero Bogotá es mucho más que estadísticas: es esa ciudad que te sorprende a cada paso, que desafía tus expectativas y que, sin darte cuenta, se mete en tu corazón.

En este artículo Travel Wise te invita a descubrir por qué Bogotá debería estar en tu lista de próximos destinos. Te vamos a llevar por sus calles empedradas, sus museos de clase mundial, sus cerros emblemáticos y esos rincones gastronómicos únicos. Prepárate para conocer una ciudad que no solo se visita, sino que se vive intensamente… y Travel Wise te acerca un poco más a ella.

La Candelaria: el corazón histórico que late con fuerza

Empecemos por donde todo viajero debería comenzar su aventura bogotana: La Candelaria. Este barrio colonial es como viajar en el tiempo sin necesidad de máquina alguna. Sus calles angostas, empedradas y empinadas te transportan directamente al siglo XVII, cuando Bogotá era apenas un pequeño poblado español en medio de las montañas.

Caminar por La Candelaria es un ejercicio de contemplación permanente. Las casas coloniales pintadas de colores vibrantes –amarillos, azules, verdes– contrastan con los balcones de madera tallada que parecen sacados de una novela de García Márquez. Cada puerta, cada ventana, cada farol antiguo tiene su propia personalidad. Y lo mejor: entre esas construcciones históricas descubrirás grafitis increíbles que demuestran que Bogotá es también una de las capitales latinoamericanas del arte urbano.

El epicentro de La Candelaria es la Plaza de Bolívar, rodeada por edificios que representan los poderes del Estado: la Catedral Primada, el Capitolio Nacional, el Palacio de Justicia y la Casa de Nariño (sede del gobierno). Pero más allá de su importancia institucional, esta plaza es el punto de encuentro de bogotanos y turistas, donde las palomas comparten protagonismo con los vendedores de maíz y los artistas callejeros.

Un dato que muchos desconocen: La Candelaria alberga más de 200 construcciones de valor patrimonial. No se trata solo de un par de calles pintorescas, sino de un barrio completo donde cada cuadra merece atención. Te recomendamos perderte sin rumbo fijo, entrar a esas tienditas de artesanías colombianas, tomar un café de Colombia (obvio) en alguna de sus cafeterías con encanto y conversar con los locales, que siempre tienen una historia fascinante para contar.

Museo del Oro: un tesoro que brilla con luz propia

Si hay un lugar que no podés perderte en Bogotá, ese es el Museo del Oro. Está considerado uno de los mejores museos de América Latina y alberga la colección de orfebrería prehispánica más importante del mundo. Pero tranquilo, esto no es una clase aburrida de historia. Es una experiencia sensorial que te deja con la boca abierta.

El Museo del Oro resguarda más de 34,000 piezas de oro y 25,000 objetos de cerámica, piedra y textiles de las culturas precolombinas que habitaron el territorio colombiano. Desde las delicadas piezas de los Quimbaya hasta los imponentes pectorales de los Taironas, cada sala te sumerge en un universo de simbolismo, belleza y maestría técnica que desafía nuestra comprensión sobre las civilizaciones antiguas.

El punto culminante de la visita es la sala de la ofrenda, un espacio circular a oscuras donde, de repente, se iluminan miles de piezas de oro creando un efecto hipnótico. Es como estar frente a un tesoro pirata, pero real y con un valor cultural incalculable. Muchos visitantes confiesan que se les eriza la piel en ese momento. La iluminación cuidadosamente diseñada hace que el oro cobre vida, reflejando brillos cálidos que te transportan a ceremonias ancestrales.

Además, el museo cuenta con exhibiciones interactivas donde podés entender cómo trabajaban el oro estas culturas sin las herramientas modernas que conocemos hoy. La técnica de la cera perdida, la filigrana y el martillado son solo algunas de las técnicas que descubrirás. Y si te interesa profundizar, las audioguías en español están incluidas en el precio de entrada (que, por cierto, es bastante accesible comparado con museos de esta categoría en otras ciudades del mundo).

Un tip de viajero experimentado: visitá el Museo del Oro un domingo, cuando la entrada es gratuita. Eso sí, llegá temprano porque las filas pueden ser largas. Si preferís evitar las multitudes, los días de semana por la mañana son ideales para disfrutar de las colecciones con tranquilidad.

Museo Botero: el arte generoso de un genio colombiano

A pocas cuadras del Museo del Oro encontrás otro imperdible: el Museo Botero. Fernando Botero, el artista colombiano más reconocido internacionalmente, donó a su país natal 208 obras de su colección personal, incluyendo 123 piezas de su propia autoría y 85 obras de maestros internacionales como Picasso, Monet, Renoir, Dalí y Miró. Todo esto lo podés disfrutar sin pagar un peso, porque la entrada es completamente gratuita.

Las esculturas y pinturas de Botero son inconfundibles: esas figuras voluminosas, llenas de vida y color, que representan desde vírgenes y santos hasta presidentes y prostitutas. El estilo «boteriano» es una celebración de las formas, una manera de democratizar la belleza y cuestionar los cánones tradicionales. Pero más allá del análisis artístico, las obras de Botero te arrancan una sonrisa, te invitan a reflexionar y te conectan con una mirada particular sobre la realidad latinoamericana.

El Museo Botero ocupa una hermosa casona colonial del siglo XVIII en plena Candelaria. Los patios interiores con sus columnas y jardines crean un ambiente perfecto para contemplar arte. La colección está distribuida en salas temáticas que facilitan el recorrido, y siempre hay personal del museo dispuesto a responder preguntas y compartir anécdotas sobre las obras.

Lo que hace especial a este museo no es solo la calidad de su colección, sino el espíritu generoso detrás del proyecto. Botero pudo haber vendido estas obras a coleccionistas privados por millones de dólares, pero eligió regalarlas a Colombia para que todos pudieran acceder al arte. Esa visión democrática del arte se refleja en cada rincón del museo.

Después de recorrer las salas, te recomendamos sentarte en el patio central a tomar un respiro y procesar todo lo que viste. El contraste entre las obras contemporáneas y la arquitectura colonial crea una experiencia única que solo Bogotá puede ofrecer.

Museo Nacional: un viaje completo por la historia colombiana

Si querés entender realmente a Colombia, su gente, su historia compleja y su diversidad cultural, tenés que visitar el Museo Nacional de Colombia. Es el museo más antiguo del país (fundado en 1823) y el que ofrece la visión más completa sobre la nación cafeteria.

El edificio en sí ya vale la visita: fue construido originalmente como una penitenciaría en el siglo XIX, con esa arquitectura de panóptico (un diseño donde todas las celdas pueden ser vigiladas desde un punto central) que después fue adaptada para funciones museísticas. Esas celdas coloniales ahora albergan obras de arte, objetos históricos y exhibiciones multimedia que narran la historia colombiana desde la época precolombina hasta el siglo XXI.

La colección del Museo Nacional incluye más de 20,000 piezas distribuidas en cuatro colecciones: arqueología, etnografía, arte e historia. Podés ver desde cerámicas indígenas de hace miles de años hasta el vestido que usó Simón Bolívar en sus campañas libertarias, pasando por pinturas de la época colonial y obras de arte contemporáneo que reflexionan sobre el conflicto armado colombiano.

Una de las salas más impactantes es la dedicada a la independencia, donde se exhiben documentos originales, armas de la época y retratos de los próceres que forjaron la nación. También hay espacios dedicados a la violencia y el conflicto del siglo XX, abordados con sensibilidad pero sin eludir la realidad. El museo no te cuenta una historia edulcorada: te muestra a Colombia en toda su complejidad, con sus luces y sus sombras.

Las exhibiciones temporales del Museo Nacional son siempre de altísima calidad y abordan temas contemporáneos desde perspectivas innovadoras. Consultá la programación antes de tu visita para aprovechar al máximo la experiencia.

Un dato práctico: el museo está ubicado en el barrio La Soledad, a poca distancia caminando desde La Candelaria. Los domingos la entrada es gratuita, y entre semana el costo es muy accesible. Calculá al menos dos horas para recorrerlo con tranquilidad.

Monserrate: el guardián espiritual de Bogotá

Imposible visitar Bogotá sin subir a Monserrate, el cerro tutelar que vigila la ciudad desde sus 3,152 metros de altura. Más que un mirador, Monserrate es un símbolo espiritual para los bogotanos, un lugar de peregrinación, reflexión y conexión con algo más grande que nosotros mismos.

La subida a Monserrate es toda una experiencia en sí misma. Tenés tres opciones: el teleférico (moderno y rápido), el funicular (el más antiguo de Sudamérica, inaugurado en 1929, con ese encanto vintage) o subir caminando por el sendero empedrado. Esta última opción te va a tomar entre una hora y hora y media, dependiendo de tu estado físico, pero la recompensa es enorme: no solo quemás calorías, sino que la conexión con la naturaleza y las vistas progresivas de la ciudad son espectaculares.

Si decidís caminar, andá temprano en la mañana (el sendero abre a las 5 AM los fines de semana) cuando el clima es más fresco y hay menos gente. Llevá agua, protector solar y una campera liviana porque arriba el viento puede ser fuerte. No te asustes si ves gente corriendo: muchos bogotanos suben Monserrate como parte de su rutina de ejercicio. Es como su gimnasio particular con vistas panorámicas.

Una vez arriba, te recibe el santuario del Señor Caído de Monserrate, una imagen del siglo XVII que es objeto de profunda devoción. Miles de peregrinos suben cada año a pedirle favores o agradecer milagros. La atmósfera es especial: hay una mezcla de espiritualidad, turismo y contemplación que conviven armoniosamente.

Pero seamos sinceros: la verdadera estrella de Monserrate es la vista. Desde la cima, Bogotá se extiende ante tus ojos como un tapete urbano interminable. En días despejados podés ver la Sabana de Bogotá completa, las montañas circundantes y hasta identificar los principales edificios de la ciudad. El atardecer desde Monserrate es particularmente mágico: el cielo se tiñe de naranjas y rosados mientras las luces de la ciudad comienzan a encenderse creando un efecto hipnótico.

Arriba también hay varios restaurantes donde podés disfrutar de comida típica colombiana (el ajiaco es una excelente opción) mientras contemplás la vista. Los precios son más elevados que en el resto de la ciudad, pero la experiencia justifica el gasto. También hay tienditas de artesanías y dulces tradicionales perfectas para llevarte un recuerdo.

Un consejo de Travel Wise: Monserrate cierra los lunes para mantenimiento, así que planificá tu visita en consecuencia. Y si vas a subir caminando, recordá que estás a más de 2,600 metros sobre el nivel del mar en la base y llegarás a más de 3,150 metros en la cima. La altura puede afectarte, especialmente si recién llegaste a Bogotá. Tomátelo con calma, hidratate bien y no te exijas demasiado.

Hasta acá llegamos con la primera parte de esta guía por Bogotá. Hemos recorrido el alma histórica de La Candelaria, nos maravillamos con el oro precolombino y el arte de Botero, entendimos la complejidad colombiana en el Museo Nacional y contemplamos la ciudad desde las alturas de Monserrate.

Pero esto es apenas el comienzo. Bogotá tiene mucho más para ofrecer: excursiones imperdibles en los alrededores como la mágica Catedral de Sal de Zipaquirá, una escena gastronómica que está revolucionando la cocina latinoamericana, y barrios modernos donde late el pulso contemporáneo de la ciudad.

En la segunda parte de este artículo vamos a descubrir esos tesoros que hacen de Bogotá no solo un destino turístico, sino una experiencia de vida que te va a dejar con ganas de volver una y otra vez. ¿Seguimos explorando esta ciudad increíble?

La Catedral de Sal: una maravilla subterránea que desafía la imaginación

A solo 49 kilómetros al norte de Bogotá, en el municipio de Zipaquirá, te espera una de las experiencias más extraordinarias que vas a vivir en Colombia: la Catedral de Sal. Imaginá descender 180 metros bajo tierra para encontrarte con una catedral tallada completamente en sal, iluminada con luces de colores que crean una atmósfera casi mística. Parece ciencia ficción, pero es real y está considerada la primera maravilla de Colombia.

La Catedral de Sal de Zipaquirá no es solo un atractivo turístico; es una obra maestra de ingeniería, arquitectura y fe. Fue construida dentro de las minas de sal que han sido explotadas desde la época precolombina, y representa una de las realizaciones más audaces del ingenio humano. La catedral actual, inaugurada en 1995, reemplazó a una anterior de 1954 y puede albergar hasta 8,400 personas en su interior.

El recorrido comienza con un descenso por túneles iluminados donde la temperatura se mantiene constante alrededor de los 14°C (llevá una campera liviana). A medida que avanzás, vas descubriendo las 14 estaciones del Vía Crucis, cada una tallada en las paredes de sal con cruces que pueden alcanzar los 4 metros de altura. La iluminación LED en tonos azules, morados y blancos crea un efecto espectacular que resalta las texturas cristalinas de la sal.

El momento cumbre es cuando llegás a la nave central de la catedral. El espacio es imponente: 18 metros de altura con tres naves que representan el nacimiento, vida y muerte de Cristo. La cruz principal, tallada en la roca salina, mide 16 metros y está iluminada desde abajo, creando un efecto visual que muchos visitantes describen como sobrecogedor. El silencio natural del lugar, combinado con la monumentalidad del espacio, invita a la contemplación, seas creyente o no.

Pero la Catedral de Sal es más que su nave principal. El complejo incluye un museo de la minería donde podés entender cómo se extrae la sal y la importancia que tuvo esta actividad en la región, una tienda con productos de sal (sales gourmet, lámparas de sal del Himalaya, productos de cosmética), y un espectáculo de luces y sonido que se realiza periódicamente y que transforma la catedral en un escenario multimedia fascinante.

¿Cómo llegar desde Bogotá? Tenés varias opciones. La más cómoda es contratar un tour que incluye transporte, entrada y guía. Si preferís ir por tu cuenta, podés tomar un bus desde el Portal Norte de TransMilenio hasta Zipaquirá (el viaje dura aproximadamente una hora y media) y desde allí caminar o tomar un taxi hasta la catedral. La entrada tiene un costo moderado y te recomendamos comprar los tickets online con anticipación, especialmente si vas en fin de semana o temporada alta.

Un consejo de oro: visitá la Catedral de Sal entre semana si podés. Los fines de semana se llena de turistas nacionales y la experiencia puede ser menos íntima. Además, aprovechá para recorrer el pueblo de Zipaquirá, que tiene un centro histórico encantador con su plaza principal, su catedral en superficie y restaurantes donde podés probar comida típica de la región.

Gastronomía bogotana: un festival de sabores que conquista paladares

Hablemos claro: Bogotá se ha convertido en una de las capitales gastronómicas más emocionantes de América Latina. Varios restaurantes bogotanos figuran en el ranking de los 50 mejores de Latinoamérica, y chefs colombianos están revolucionando la escena culinaria internacional. Pero lo mejor de la gastronomía bogotana es que no necesitás un presupuesto millonario para disfrutarla.

Empecemos por los clásicos infaltables. El ajiaco es el plato más emblemático de Bogotá, y probarlo es casi una obligación cívica. Esta sopa espesa lleva tres tipos de papa (criolla, sabanera y pastusa), pollo desmenuzado, mazorca, alcaparras, crema de leche y aguacate. Cada bogotano tiene su lugar favorito para comer ajiaco, pero algunos históricos son La Puerta Falsa (una institución desde 1816 en plena Candelaria), Doña Elvira o La Casa de Ajiaco. El sabor es reconfortante, especialmente en esos días fríos bogotanos, y la textura cremosa de las papas cocinadas te abraza desde adentro.

Otro imperdible es el tamal bogotano, muy diferente a los tamales mexicanos o centroamericanos. Acá el tamal viene envuelto en hojas de plátano y contiene masa de maíz, pollo, cerdo, arroz, garbanzos, zanahoria y huevo, todo cocido lentamente hasta lograr una mezcla de sabores increíble. Se come tradicionalmente en el desayuno, acompañado de chocolate caliente (sí, leíste bien, chocolate con tamal). Puede sonar extraño, pero la combinación funciona perfectamente. Te recomiendo La Puerta Falsa nuevamente, o buscar lugares en los barrios populares donde las abuelas preparan tamales caseros.

Si sos más aventurero, tenés que probar las hormigas culonas, una delicatessen del departamento de Santander que se consigue en Bogotá. Son hormigas grandes (de ahí el nombre) que se tuestan y se comen como snack. El sabor es similar al maní tostado pero con un toque más intenso. Puede que al principio te dé impresión, pero recordá que en muchas culturas los insectos son parte fundamental de la dieta, y estas hormigas son ricas en proteínas.

Ahora bien, si buscás una experiencia gastronómica de alto nivel, Bogotá no decepciona. Restaurantes como Leo (del chef Leonor Espinosa, pionera en rescatar ingredientes nativos y técnicas ancestrales), Criterión (cocina francesa con productos colombianos), El Chato (cocina de autor en un ambiente íntimo) o Harry Sasson (fusión internacional con toque colombiano) que te sorprenderán. Estos lugares trabajan con productores locales, rescatan ingredientes olvidados de la Amazonia, los Andes y el Caribe, y los presentan con técnicas modernas que resultan en platos espectaculares.

La escena de comida callejera en Bogotá también merece atención. Las empanadas (de papa, carne o pollo, fritas y crujientes), las arepas (hay decenas de variedades), los buñuelos (bolitas de masa de queso fritas), las almojábanas (panecillos de queso) y los pandebonos son perfectos para un snack mientras recorrés la ciudad. Los encontrás en puestos callejeros, panaderías y tiendas de barrio. No tengas miedo de probar, la comida callejera colombiana es generalmente segura y deliciosa.

Para los amantes del café (y si venís a Colombia, tenés que serlo), Bogotá es el paraíso. Cafeterías de especialidad como Amor Perfecto, Azahar, Mesa Franca o Catación Pública sirven cafés de origen único, métodos de preparación diversos (V60, Chemex, AeroPress) y baristas que realmente saben de lo que hablan. El café colombiano no es solo el que te venden en el supermercado; es una experiencia compleja de notas frutales, chocolatadas, florales o cítricas según la región de origen. Tomarte un buen café colombiano en Bogotá es conectarte con uno de los productos que define la identidad del país.

Y no podemos hablar de gastronomía sin mencionar la escena de cervezas artesanales que ha explotado en Bogotá en los últimos años. Cervecerías como BBC (Bogotá Beer Company), 3 Cordilleras, Apóstol o Colón producen cervezas de altísima calidad que rivalizan con las mejores del mundo. Hay bares especializados donde podés hacer catas, conocer los procesos de producción y maridar las cervezas con comida típica o internacional.

Usaquén: el barrio con encanto que conquistó a locales y turistas

Si querés ver el lado más sofisticado y moderno de Bogotá, tenés que visitar Usaquén. Este barrio al norte de la ciudad era originalmente un pueblo independiente que fue absorbido por el crecimiento urbano, pero conservó su identidad y su arquitectura colonial que ahora convive con restaurantes modernos, galerías de arte y boutiques de diseño.

El corazón de Usaquén es su plaza principal y las calles peatonales que la rodean. Los domingos se instala un mercado de pulgas espectacular donde encontrás desde artesanías colombianas auténticas hasta antigüedades, ropa vintage, productos orgánicos y comida de todos los rincones del país. El ambiente es festivo, familiar y perfecto para pasar la mañana recorriendo, comprando souvenirs únicos y probando arepas de choclo, obleas o jugos naturales de frutas exóticas.

Las casas coloniales de colores, muchas convertidas en restaurantes y cafés, crean una atmósfera romántica especialmente al atardecer cuando las luces se encienden y las terrazas se llenan de gente disfrutando de buena comida y conversación. Usaquén concentra algunos de los mejores restaurantes de Bogotá: Wok (cocina asiática de fusión), Crepes & Waffles (una cadena colombiana que conquistó el continente), Di Lucca (gelatos artesanales que compiten con los mejores de Italia) o Casa San Isidro (cocina mediterránea en una casona preciosa).

La oferta cultural de Usaquén también es notable. El Centro Comercial Hacienda Santa Bárbara (construido sobre una antigua hacienda del siglo XVII) combina shopping con arquitectura patrimonial de manera inteligente. También hay teatros pequeños, galerías de arte contemporáneo y espacios culturales que programan conciertos, exposiciones y eventos regularmente.

Si te gusta el arte, no te pierdas el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) aunque técnicamente está en otra zona, o las galerías privadas que abundan en la zona norte. Bogotá tiene una escena artística contemporánea muy activa que dialoga con las tendencias internacionales pero mantiene una voz propia, crítica y reflexiva sobre la realidad colombiana.

La Zona Rosa y Parque 93: donde late la noche bogotana

Si buscás vida nocturna, Bogotá tiene opciones para todos los gustos, pero dos zonas concentran la mayor parte de la acción: la Zona Rosa (o Zona T) y el Parque 93. Estas áreas al norte de la ciudad combinan restaurantes, bares, discotecas y cafés en un entorno seguro y bien iluminado que se llena de locales y turistas especialmente los jueves, viernes y sábados.

La Zona Rosa, llamada así por las calles Zona T que forman una T en el mapa, es el epicentro del entretenimiento bogotano. Acá encontrás desde bares irlandeses y pubs hasta discotecas de música electrónica y lugares de salsa. El ambiente es cosmopolita, la gente se viste bien y la energía es contagiosa. Algunos lugares emblemáticos son Andrés Carne de Res (una experiencia gastronómica-teatral-musical que tenés que vivir al menos una vez), Theatron (una megadiscoteca con varios pisos y estilos musicales diferentes) o El Chorro de Quevedo (en La Candelaria, para algo más tradicional con música en vivo).

El Parque 93, un poco más al norte, ofrece una atmósfera ligeramente más relajada. El parque en sí es un espacio verde donde la gente hace picnics, ejercicio o simplemente se relaja bajo los árboles. A su alrededor, terrazas y restaurantes crean un ambiente mediterráneo perfecto para tomar algo al aire libre. Los jueves hay un mercado gastronómico donde chefs locales montan stands ofreciendo platos de autor a precios accesibles.

Bogotá también tiene una interesante escena de bares speakeasy (esos bares escondidos que tenés que conocer el dato para encontrar). Lugares como Fifty Mils (en una terraza con vista espectacular), Villanos en Bermudas (con cócteles creativos y ambiente descontracturado) o el bar del Hotel Casa Medina (elegante y sofisticado) ofrecen mixología de alto nivel y experiencias memorables.

Para los amantes de la salsa, Bogotá tiene temples dedicados a este ritmo. Quiebracanto y Son Salomé son lugares donde podés aprender pasos básicos, ver a los expertos bailar y, si te animás, lanzarte a la pista. La salsa bogotana tiene su propio estilo, más estructurado y elegante que la salsa caleña, y es parte fundamental de la identidad musical colombiana.

Consejos prácticos de Travel Wise para que tu viaje sea perfecto

Antes de cerrar esta guía completa sobre Bogotá, dejanos compartirte algunos consejos prácticos que van a hacer tu viaje mucho más placentero.

Sobre la altura: Bogotá está a 2,640 metros sobre el nivel del mar. Esto puede afectarte los primeros días con síntomas como dolor de cabeza, cansancio o falta de aire. Tomátelo con calma, hidratate constantemente, evitá el alcohol las primeras 24 horas y comé liviano. La mayoría de las personas se adaptan en uno o dos días sin mayores problemas.

Transporte: El sistema TransMilenio es la columna vertebral del transporte público bogotano. Son buses articulados que circulan por carriles exclusivos y te llevan a casi cualquier punto de la ciudad. Es económico, relativamente rápido y seguro. Necesitás comprar una tarjeta recargable en las estaciones. Para distancias cortas en zonas turísticas, apps como Uber, Didi o Cabify funcionan perfectamente y son seguras. Evitá tomar taxis en la calle; siempre pedí uno por aplicación.

Seguridad: Bogotá es mucho más segura de lo que su reputación sugiere, pero como en cualquier gran ciudad, tenés que tomar precauciones básicas. No ostentes objetos de valor, evitá caminar solo por zonas desiertas de noche, mantené tu celular guardado en zonas concurridas y usá el sentido común. Las zonas turísticas tienen bastante presencia policial. Si necesitás ayuda, los colombianos son excepcionalmente amables y están dispuestos a orientarte.

Clima: El clima en Bogotá es impredecible. Puede hacer sol, llover y volver a hacer sol en el mismo día. La temperatura promedio oscila entre 8°C por la noche y 18°C durante el día. Vestite en capas, llevá siempre un paraguas o impermeable compacto y no olvides bloqueador solar (el sol de altura quema aunque no lo sientas).

Dinero: Aunque cada vez más lugares aceptan tarjetas, es bueno llevar algo de efectivo para compras pequeñas, propinas y lugares que solo aceptan pago en efectivo. Hay cajeros automáticos por todos lados. La propina no es obligatoria pero se agradece (10% es estándar en restaurantes).

Tu próxima aventura te espera en Bogotá

Llegamos al final de este recorrido por Bogotá, pero en realidad esto es solo el comienzo de tu propia aventura. Esta ciudad de casi 8 millones de habitantes, enclavada en los Andes colombianos, tiene esa magia especial de las ciudades que no te dejan indiferente. Te desafía, te sorprende, te alimenta (literal y figurativamente) y, casi sin que te des cuenta, te conquista.

Bogotá no es perfecta. Tiene sus desafíos como cualquier megalópolis: tráfico, contaminación, desigualdad social. Pero también tiene esa energía creativa, esa calidez humana y esa riqueza cultural que la convierten en un destino único. Es una ciudad que está escribiendo su futuro sin olvidar su pasado, que mira hacia afuera sin perder su identidad, que se moderniza sin renunciar a sus tradiciones.

Desde los tesoros de oro precolombino hasta el arte contemporáneo más provocador, desde las calles empedradas de La Candelaria hasta los rascacielos del norte, desde el ajiaco de la abuela hasta la alta cocina que está poniendo a Colombia en el mapa gastronómico mundial, Bogotá te ofrece un viaje completo que toca todos los sentidos y todas las emociones.

Y cuando estés en la cima de Monserrate contemplando la ciudad extendida a tus pies, o cuando te pierdas en las salas doradas del Museo del Oro, o cuando pruebes ese café de origen único que explota en tu paladar, o cuando explores la catedral de sal bajo tierra preguntándote cómo es posible que exista algo así, vas a entender por qué Bogotá se está convirtiendo en uno de los destinos más fascinantes de América Latina.

Prepará tu mochila, cargá tu cámara, abrí tu mente y tu corazón, y dejate llevar por una ciudad que tiene historias para contarte, sabores para descubrirte y experiencias para regalarte. Bogotá te está esperando, y te aseguramos que va a estar a la altura de tus expectativas más altas. ¿Te animás a descubrirla?

Preguntas frecuentes sobre Bogotá

¿Cuál es la mejor época para visitar Bogotá?

Bogotá tiene un clima relativamente estable durante todo el año por estar en el trópico de altura. Sin embargo, los meses más secos y recomendables son diciembre a marzo y julio a agosto. Evitá abril y octubre que son los meses más lluviosos. De todas formas, llevá siempre paraguas porque el clima puede cambiar varias veces en un mismo día.

¿Cuántos días necesito para conocer Bogotá?

Para disfrutar los principales atractivos de Bogotá y hacer al menos una excursión a los alrededores (como la Catedral de Sal), necesitás mínimo 4-5 días completos. Si querés explorar con más profundidad, sumergirte en la gastronomía y conocer barrios alternativos, una semana es ideal. La ciudad tiene suficiente oferta cultural y gastronómica para entretenerte incluso más tiempo sin aburrirte.

¿Es seguro viajar a Bogotá?

Sí, Bogotá es segura para viajeros solitarios si tomás precauciones básicas como en cualquier gran ciudad. Mantené tus pertenencias vigiladas, evitá ostentar objetos de valor, usá transporte seguro (apps de taxi) especialmente de noche y quedate en zonas turísticas bien iluminadas. Los bogotanos son amables y serviciales, y las áreas turísticas tienen buena presencia policial. Miles de viajeros solos visitan la ciudad cada año sin inconvenientes.

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