Tour y crucero por Croacia, Albania y Grecia desde Venecia.


Cada lugar tiene una historia que contar


#volvésdistinto

Un barquito por Venecia  

Se suele asociar casi instantáneamente a esta ciudad, ubicada al norte de Italia, con el agua cristalina y no es para menos pues como ya saben Venecia no tiene caminos, sino canales por los cuales podés navegar a través de barquitos, incluida la vía pública, la cual se encuentra bordeada de palacios renacentistas y góticos. En esta ocasión, decidí adentrarme hacia un viaje distinto para maravillarme con tierras europeas llenas de perlas no turísticas.  

Elegí transitar la ciudad como si fuera una veneciana más y alejándome de lugares típicos como la clásica Piazza San Marco. Durante una de las jornadas me desplacé por el distrito Dorsoduro, su nombre proviene del italiano y significa “cresta dura” porque ocupa una de las zonas más altas y estables de la ciudad. Este sector se caracteriza por ser el más activo y movilizado en cuanto a la vida diaria en las calles, ya que allí se encuentran los edificios de las universidades y por ende está rodeado de jóvenes estudiantes que se encuentran transitando diariamente.  

Venecia.

Visita hacia los colores venecianos  

Siguiendo mi lista de pendientes, recorrí la Galleria dell’Accademia, la cual fue fundada en 1750. Allí me dejé atrapar por sus pasillos y observé maravillada las obras de autores como Tintoretto, Tiziano y Bellini entre otras piezas artísticas de hasta el siglo XVIII. Lo bueno de este sector, es que siempre hay un buen lugar donde hacer un descanso para el almuerzo, retomar la lectura de algún libro o conversar con el mozo del bar mientras disfrutas de una típica comida para luego seguir con el camino. Me perdí entre locales vintage, entre charlas interesantes y cafés italianos que merecen sin lugar a dudas un tour aparte.  

Al atardecer, me limité simplemente a descansar en un clásico bacareto italiano, que me recomendaron en un bar por la mañana. Con un spritz en mi mano confirmé mi elección de alejarme del circuito y poder estar aquí tranquilamente viendo los colores de Venecia que te enamoran con todo su esplendor.

Bacareto en Venecia.

Maravillada por las fortalezas de Dubrovnik 

Cuando arribé a tierras croatas lo primero que pude visualizar fueron los muros, puentes y fortalezas que rodean este increíble país. Atravesar este sector compuesto por un central puente levadizo me hizo pensar en la inmensa cantidad de historia que hay atrapada en estos muros, entre varias de ellas se dice que en otra época cada noche se levantaba y se cerraba este puente y la llave se entregaba al príncipe que la custodiaba hasta la mañana siguiente.  

Puerta Pile es el principal acceso al casco histórico de esta ciudad. Sobre esta puerta pude ver la estatua de San Blas, quien es considerado el protector de la ciudad.   

Esta, sin dudas fue una hermosa forma de comenzar mi día, ya que se atraviesa por naranjos y limoneros que te adentran directo hacia Dubrovnik

Plaza de la Catedral, Dubrovnik.

Un tour por el atardecer croata

Dediqué un buen par de horas de la mañana para poder caminar con los primeros rayos de sol, los cuales se veían reflejados en las construcciones milenarias. Descubrí en el casco histórico muchos rincones de los que me enamoré a primera vista. En la plaza central conocí la Iglesia de San Blas, considerada uno de los principales lugares de interés de la ciudad, también tuve la oportunidad de recorrer la Columna de Orlando y el instante preciso en que la Torre del Reloj marcó las 12 del mediodía. La torre es para muchos un emblema, el mismo se construyó en el año 1444 con dos figuras de bronce que marcan las horas y se ubica en la calle principal de la ciudad.  

En ese instante comencé a entender el encanto propio de este lugar que fue elegido por la serie mundialmente famosa Juego de Tronos. Incluso caminando por sus calles fue que pude enterarme de los lugares principales que funcionaron como locación para esta mega producción.   

Como broche de oro, decidí despedir el día admirando el atardecer desde un teleférico, el cual me permitió ver caer el sol sobre las murallas de Dubrovnik.   

Al finalizar, caminé unos 5 minutos hasta llegar al barrio de Ploce. Di un paseo sobre las cabinas hasta llegar a la cima de estas que tienen unos 778 metros, para meterme en sus terrazas donde culmine la jornada viendo el sol pintar de naranjas y amarillos el horizonte de esta encantadora ciudad. 

Deslumbrada por las joyas arquitectónicas de Sarande 

Al llegar a Sarande, entendí que me iba a esperar un mar de aguas turquesas. Me hizo mucha ilusión conocer esta ciudad, que es conocida por descansar en una bahía que tiene la forma de una herradura.   

Mi idea acá era simplemente disfrutar de unas conocidas playas y de una privilegiada vista, que solo un sitio como este podía darme.  

Y aunque me encantaba mucho la idea de permanecer en el agua, también quería recorrer el lugar. Entonces decidí comenzar la mañana visitando Butrint, esta es una antigua ciudad habitada desde tiempos prehistóricos, que también se ha destacado por ser una colonia griega, una ciudad romana y un obispado la cual fue declarado como patrimonio de la Unesco. A ella llegué gracias a una recomendación que me dieron al descender en el puerto y la verdad que agradezco haber hecho caso porque todo lo que hay en ese lugar es increíble. A medida que me adentraba en la fortaleza contemplaba antiguas murallas, un teatro al aire libre, la antigua puerta de la ciudad, una iglesia y un castillo que ahora funciona como museo. 

Butrinto, Albania.

Despedirme de una aventura única con la brisa de mar  

Cuando me despedí de Sarande, decidí descansar pasando la tarde en el pueblo de Ksamil, el cual se encontraba a solo 15 minutos en auto. Me dejé llevar por mis sentidos y probé los mejillones que tienen la mejor fama de la zona. Y luego de terminar estas delicias, caminé por la costa de arenas blancas, aguas azuladas y me llevé tanto fotografías físicas como mentales de las vistas más lindas que pude haber conocido a bordo de este viaje por mar, cielo y tierra.

Una joya llamada Split  

El viaje continuó visitando a una de las perlas en la costa dálmata de Croacia, la ciudad de Split. Conocida por sus históricas ruinas, sus playas y por el complejo con forma de fortaleza.   

 La ciudad tiene muchas atracciones, pero personalmente no quería dejar de pasar por el famoso Palacio de Dioclesano, erigido por el emperador romano en el siglo IV y declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Se puede decir que es casi como el epicentro de esta ciudad, con su interior con mármoles italianos, granito rojo, paredes de piedra blanca y con un exterior que conecta la cultura milenaria con modernos y coquetos bares, tiendas y hoteles.   

Una vez terminado el recorrido, decidí descansar y finalizar mi día acompañada de una cena entre las tradicionales puertas de este lugar con mística milenaria, con calles como laberintos, mixtura de estilos arquitectónicos y la brisa de mar acompañando el paso.

Split, Croacia.

Trogir: la isla del medioevo

Y para completar un viaje lleno de aventuras, termine en quizás uno de mis lugares favoritos: Trogir, una ciudad que está construida sobre una pequeña isla.   

Llegar a este paraíso, el cual los griegos fueron los primeros en poblar, fue como transportarme en el tiempo. Al caminar un poco por sus calles descubrí que esta es una joya más, declarada como Patrimonio de la Humanidad y eso me lleno de gratitud pues era la tercera en el viaje.   

Me dio la bienvenida el único acceso por tierra, que es a través de la puerta de la ciudad. Lo que más me llamó la atención fue la Torre del reloj, el Palacio Ducal y la Iglesia de San Salvador. A pesar del paso del tiempo, aún hoy conserva su aspecto medieval lo cual me permitió pasar una jornada recorriendo calles angostas y adoquinadas, observar arcos y pasadizos, meterme por rincones oscuros, visitar las plazas y admirar el paisaje desde sus pequeños balcones.  

Sin dudas, este fue un viaje a través del tiempo, el cual me maravillo, me enseñó y fortaleció para volver distinta.

Trogir, Split.

Mirá la propuesta que tenemos para vos acá.

Galería

Trogir, Crocia.
Ojo Azul, Albania
Palacio Dioclesiano, Split.
Dubrovnik.
Split.
Playas de Saranda

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