Descubriendo los secretos de la Costa del Sol: tu guía definitiva para vivir el sur de España


Cada lugar tiene una historia que contar


#volvésdistinto

¿Alguna vez soñaste con despertarte al sonido de las olas del Mediterráneo, caminar por pueblos blancos que parecen sacados de una postal y sentir el sol español acariciándote la cara mientras disfrutás de un pescaíto frito frente al mar? La Costa del Sol no es solo un destino turístico más; es esa experiencia transformadora que todos necesitamos al menos una vez en la vida. Con más de 300 días de sol al año y una diversidad que va desde playas doradas hasta montañas que besan el cielo, este rincón andaluz se ha convertido en el refugio perfecto para viajeros argentinos que buscan combinar relax, cultura y ese joie de vivre mediterráneo que tanto nos entusiasma.

En este artículo, junto a Travel Wise, recorrerás cinco destinos únicos que definen la esencia de la Costa del Sol: Marbella, Málaga, Torremolinos, Nerja y Fuengirola. Cada uno tiene su propia personalidad, sus secretos bien guardados y experiencias que no vas a encontrar en ninguna otra parte del mundo. Prepará tu mate (porque sí, también lo vamos a extrañar), acomodate en tu silla favorita y dejanos llevarte por este viaje que estamos seguro te hará contactarnos para reservar los vuelos.

Marbella: donde el glamour se encuentra con la autenticidad andaluza

Cuando escuchás Marbella, probablemente te imaginás yates lujosos, celebridades tomando champagne y hoteles cinco estrellas. Y sí, todo eso existe, pero reducir Marbella a su faceta más ostentosa sería como decir que Buenos Aires es solo Puerto Madero. Esta ciudad tiene capas, texturas y contrastes que la convierten en uno de los lugares más fascinantes de la Costa del Sol.

El Casco Antiguo de Marbella es una joya que muchos turistas se pierden por quedarse solo en la zona de playa. Imaginate callejuelas estrechas empedradas, fachadas encaladas decoradas con macetas de geranios que explotan en color, y plazas donde el tiempo parece haberse detenido en otro siglo. La Plaza de los Naranjos, el corazón palpitante del casco histórico, es ese lugar donde podés sentarte en una terraza a media mañana, pedir un café con leche y simplemente observar la vida pasar mientras el aroma de los azahares te envuelve completamente.

Pero si querés entender realmente qué hace única a Marbella, tenés que descubrir Puerto Banús al atardecer. Este puerto deportivo es el epicentro del lujo en la Costa del Sol, pero no necesitás gastarte una fortuna para disfrutarlo. Nuestra recomendación: caminá por el paseo marítimo al caer la tarde, mirá los superyates (algunos cuestan más que un edificio entero en Palermo), sentate en alguno de los bares económicos de la segunda línea y pedite unas bravas mientras ves cómo se pone el sol detrás de las montañas. Es una experiencia que combina lo aspiracional con lo accesible, y créenos, vale cada segundo.

Para los amantes del arte y la cultura, Marbella esconde un tesoro inesperado: el Museo del Grabado Español Contemporáneo, ubicado en el antiguo Hospital Bazán del siglo XVI. Acá vas a encontrar obras de Picasso, Miró y Dalí en un espacio íntimo que contrasta brutalmente con los museos masificados de otras ciudades europeas. La entrada es accesible (alrededor de 3 euros) y la experiencia de ver un Picasso en un palacio renacentista, sin las multitudes del Reina Sofía, es algo que te quedará grabado.

¿Y las playas? Marbella tiene más de 24 kilómetros de costa, pero no todas son iguales. Si buscás algo más tranquilo y auténtico, alejate de las playas del centro y dirigite hacia Cabopino o Las Chapas. Estas playas conservan ese aire salvaje y menos comercial, con dunas naturales y chiringuitos (los bares de playa españoles) donde todavía se come bien sin que te cobren como si estuvieras en Punta del Este.

Málaga: la capital cultural que nunca duerme

Málaga es esa ciudad que te sorprende por partida doble. Primero porque muchos la subestiman, pensando que es solo una escala para ir a otros destinos de la Costa del Sol. Segundo, porque una vez que la conocés, te das cuenta de que podrías quedarte una semana entera y seguir descubriendo cosas nuevas cada día. Con una historia que se remonta a los fenicios (estamos hablando de hace más de 2,800 años), Málaga ha sabido reinventarse como una de las capitales culturales más vibrantes de Europa sin perder su esencia mediterránea.

El Museo Picasso Málaga es parada obligatoria, no solo porque Picasso nació acá, sino porque el museo está instalado en el Palacio de Buenavista, una construcción renacentista que ya de por sí vale la visita. Pero acá va un tip de insider: si querés evitar las multitudes, andá los lunes por la tarde en invierno o reservá la entrada online para última hora. Vas a poder disfrutar de las obras con tranquilidad y realmente apreciar la evolución artística del genio malagueño.

Lo que hace realmente especial a Málaga es su escena gastronómica contemporánea fusionada con tradición centenaria. El Mercado de Atarazanas, con su espectacular puerta nazarí del siglo XIV, es el lugar donde los malagueños van a comprar pescado fresco cada mañana. Pero no te conformes con solo mirarlo; muchos puestos tienen barras donde podés comer el pescado que acabás de ver, preparado al momento. Es la experiencia de «del mar a la mesa» en su expresión más literal y deliciosa.

Para los que disfrutan de las vistas panorámicas (¿y quién no?), la subida al Castillo de Gibralfaro es imprescindible. Podés subir caminando desde el centro (son unos 20-30 minutos de subida pronunciada pero manejable) o tomar el bus 35 si preferís guardar energías. Desde allá arriba, la vista de Málaga, su puerto, la plaza de toros y el Mediterráneo extendiéndose hasta el horizonte te va a dejar sin palabras. Nuestra recomendación: subí una hora antes del atardecer, llevate algo para picar y disfrutá del espectáculo de luces que se arma cuando el sol se esconde detrás de la ciudad.

La Calle Larios, la arteria comercial principal, es otra cosa que no podés perderte, especialmente en diciembre cuando la iluminan con uno de los despliegues navideños más impresionantes de Europa. Pero más allá del shopping, esta calle peatonal es perfecta para sentir el pulso de la ciudad, ver a las familias paseando, escuchar música callejera y terminar en alguna terraza de la Plaza de la Constitución para observar el ir y venir constante de malagueños y turistas.

¿Querés experimentar Málaga como un local? Hacé la ruta de tapas por El Palo, el barrio marinero tradicional que todavía conserva su autenticidad a pesar del turismo. Acá los chiringuitos no son boutiques hipsters sino lugares de toda la vida donde se come el mejor espeto de sardinas (sardinas ensartadas en una caña de bambú y asadas en las brasas) mientras tenés los pies en la arena. El precio es razonable, la comida es espectacular y la experiencia es genuinamente andaluza.

Torremolinos: del pueblo pesquero al paraíso para todos los públicos

Torremolinos se reinventó, recuperó su encanto y hoy ofrece una combinación única de playas accesibles, vida nocturna diversa y una autenticidad que sorprende gratamente.

La zona de La Carihuela es el ejemplo perfecto de esta transformación. Este antiguo barrio de pescadores, con sus casitas bajas y callejuelas angostas, se ha convertido en el corazón gastronómico de Torremolinos sin perder su esencia marinera. Acá encontrás desde chiringuitos familiares que llevan tres generaciones sirviendo el mismo pescaíto frito hasta restaurantes más modernos que fusionan la cocina andaluza con tendencias contemporáneas. El paseo marítimo de La Carihuela, especialmente al atardecer, tiene una energía contagiosa: familias, parejas, amigos, todos compartiendo ese momento mágico cuando el día se transforma en noche.

Las playas de Torremolinos son amplias, de arena dorada y con todos los servicios que podés necesitar. La Playa del Bajondillo es la más extensa y perfecta si viajás con familia o buscás comodidad: duchas, baños, alquiler de hamacas, chiringuitos cada 100 metros. Pero si preferís algo más tranquilo, caminá hacia el norte hasta la Playa de los Álamos, menos concurrida y con un ambiente más relajado.

Lo que muchos no saben es que Torremolinos es increíblemente LGBTQ+ friendly, siendo uno de los destinos más abiertos y tolerantes de España. La zona de la Nogalera es el epicentro de esta comunidad, con bares, clubs y restaurantes que crean un ambiente festivo y acogedor prácticamente todos los días del año. Incluso si no sos parte de la comunidad LGBTQ+, esta zona tiene una energía especial que vale la pena experimentar.

Para los que buscan algo diferente, el Jardín Botánico Molino de Inca es un oasis de tranquilidad en medio de la ciudad. Este espacio verde, construido alrededor de un antiguo molino del siglo XVIII, tiene especies vegetales de los cinco continentes, estanques con patos y tortugas, y rincones perfectos para desconectar del ruido turístico. La entrada es gratuita y es ideal para una mañana tranquila antes de el chapuzón diario en la playa.

Nerja: el encanto bohemio de la Costa del Sol

Si tuviera que elegir el destino más fotogénico de esta lista, sin dudarlo diría Nerja. Este pueblo tiene eso que los franceses llaman je ne sais quoi: un encanto indefinible que mezcla belleza natural, arquitectura tradicional andaluza y un ritmo de vida que te hace bajar tres cambios automáticamente. Con menos de 25,000 habitantes, Nerja conserva ese aire de pueblo auténtico que muchos destinos de la costa perdieron hace décadas.

El Balcón de Europa es el símbolo indiscutible de Nerja y con razón. Este mirador, construido sobre los restos de una antigua fortaleza, se proyecta sobre el Mediterráneo ofreciendo vistas que te van a hacer sacar 500 fotos y sentir que ninguna le hace justicia a lo que estás viendo. El nombre lo puso el rey Alfonso XII durante su visita en 1885, cuando quedó tan impactado por las vistas que declaró estar en «el balcón de Europa». No exageraba. De día es espectacular, pero al atardecer se convierte en algo casi místico, con el sol tiñendo el mar de naranjas y rosas mientras las gaviotas danzan en el cielo.

Las Cuevas de Nerja son otro motivo de peso para visitar este pueblo. Descubiertas accidentalmente en 1959 por cinco chicos locales que buscaban murciélagos (la historia real es digna de una película), estas cuevas son una de las maravillas geológicas de España. Con estalactitas y estalagmitas que llevan formándose miles de años, salas inmensas y pinturas rupestres de más de 42,000 años de antigüedad, la visita a las cuevas es casi una máquina del tiempo. Además, en verano se realizan conciertos en una de las salas más grandes, y créenos , escuchar música clásica rodeado de formaciones milenarias es una experiencia que no se olvida.

Las playas de Nerja son completamente diferentes a las de Torremolinos o Fuengirola. Acá no encontrás extensiones infinitas de arena, sino calas y playitas más íntimas rodeadas de acantilados. La Playa de Maro, a unos kilómetros del centro, es considerada una de las más bonitas de Andalucía: aguas cristalinas perfectas para snorkel, arena gruesa y un entorno natural protegido que parece el Caribe europeo. Eso sí, llegá temprano en verano porque el espacio es limitado y se llena rápido.

El casco antiguo de Nerja es un laberinto delicioso de calles estrechas, casas blancas con rejas de hierro forjado y patios llenos de flores. Perderte acá no es una opción, es prácticamente obligatorio. Cada esquina te depara una sorpresa: una tiendita de artesanías, una galería de arte local, un bar de tapas escondido donde se come increíble. La Plaza Cavana, el corazón social del pueblo, es el lugar perfecto para tomar algo mientras observás pasar la vida a ese ritmo tranquilo tan típico de los pueblos andaluces.

Conectando los puntos: transporte y logística entre destinos

Antes de pasar a Fuengirola y continuar con nuestro recorrido, hablemos de algo práctico: ¿cómo moverte entre estos destinos? La Costa del Sol está increíblemente bien conectada, y moverse de un lugar a otro es más fácil y económico de lo que pensás.

El tren de Cercanías (línea C-1) conecta Málaga con Fuengirola pasando por Torremolinos, con frecuencias cada 20 minutos y precios ridículamente baratos (menos de 3 euros el trayecto completo). Es limpio, puntual y tiene aire acondicionado, una bendición en verano. Para llegar a Marbella o Nerja, lo mejor es el autobús: la empresa Avanzabus tiene líneas regulares desde Málaga a todos estos destinos con precios que rondan los 4-8 euros según la distancia.

Si preferís más flexibilidad y pensás moverte mucho, alquilar un auto puede ser buena idea. La autopista AP-7 (que es de pago) y la autovía A-7 (gratuita) corren paralelas a la costa conectando todos estos destinos. Desde Málaga a Marbella son unos 60 kilómetros (45 minutos en auto), y de Málaga a Nerja apenas 50 kilómetros en dirección este. Las carreteras están en excelente estado y las señalizaciones son claras, aunque en verano el tráfico puede complicarse. Consultá en Travel Wise la mejor alternativa para tu alquiler de auto.

¿Listo para seguir descubriendo? Continuamos entonces con esta aventura mediterránea que recién está empezando a ponerse buena.

Fuengirola: el secreto mejor guardado de las familias viajeras

Si hay un destino en la Costa del Sol que sufre del síndrome de «todos pasan por acá pero pocos se quedan», ese es Fuengirola. Y mirá que es injusto, porque esta ciudad de poco más de 80,000 habitantes (que se triplican en verano) tiene una combinación ganadora que muchos destinos envidiarían: playas accesibles, precios razonables, excelente infraestructura y una autenticidad que sobrevive milagrosamente al turismo masivo.

Lo primero que te va a sorprender de Fuengirola es su paseo marítimo de 7 kilómetros, uno de los más largos y mejor mantenidos de toda España. Imaginate una caminata o paseo en bici junto al mar, con el Mediterráneo de un lado y una sucesión infinita de chiringuitos, bares, heladerías y restaurantes del otro. No es ostentoso como Puerto Banús ni pretencioso como algunas zonas de Marbella; es simplemente funcional, agradable y perfecto para familias. De hecho, Fuengirola se ha posicionado como el destino familiar por excelencia de la Costa del Sol, y cuando lo visitás entendés por qué.

El Bioparc Fuengirola es probablemente la atracción estrella si viajás con chicos, aunquesi viajás sin hijos, te fascinará igual. A diferencia de los zoológicos tradicionales que te generan más culpa que disfrute, este lugar implementó el concepto de «zoo-inmersión»: las barreras son casi invisibles, los animales tienen espacios amplios que simulan sus hábitats naturales y la experiencia es educativa sin ser aburrida. Tienen especies de Madagascar, África ecuatorial y el sudeste asiático, incluyendo gorilas, hipopótamos pigmeos y lémures que parecen salidos directamente de la peli de Madagascar. El precio ronda los 22 euros adultos y vale cada centavo.

Las playas de Fuengirola son amplias, limpias y todas tienen Bandera Azul, ese certificado europeo que garantiza calidad de agua, servicios y accesibilidad. La Playa de los Boliches es perfecta si buscás tranquilidad relativa incluso en temporada alta. Playa del Castillo, justo frente al centro histórico, es la más animada y donde se concentra más gente. Y si querés algo intermedio, Playa de Fuengirola (también llamada Santa Amalia) ofrece ese equilibrio perfecto entre servicios y espacio.

El casco antiguo de Fuengirola es pequeño pero con personalidad propia. La Plaza de la Constitución, con sus naranjos, terrazas y el edificio del ayuntamiento, es el punto de encuentro social. Los martes hay un mercadillo gigante que ocupa prácticamente todo el centro: ropa, artesanías, productos locales, especias, quesos… es caótico, colorido y absolutamente imperdible. Llevá efectivo, paciencia y ganas de regatear un poquito (con respeto, obvio).

Pero nuestro lugar favorito de Fuengirola es el Castillo Sohail, una fortaleza de origen árabe del siglo X que corona una colina con vistas al mar. La entrada es gratuita (sí, gratis) y además de las vistas espectaculares, durante el verano se convierte en escenario del Festival Mare Nostrum, donde tocan artistas internacionales. Ver un concierto en un castillo medieval con el Mediterráneo de fondo es de esas experiencias que se quedan grabadas para siempre.

Experiencias gastronómicas que definen la Costa del Sol

Hablemos de algo serio: en la Costa del Sol se come increíblemente bien, y no estamos hablando solo de restaurantes caros con estrellas Michelin. La gastronomía andaluza es generosa, sabrosa y mucho más accesible de lo que imaginás. Pero, hay que saber dónde y qué pedir para no caer en trampas turísticas.

El pescaíto frito es la religión gastronómica de la zona. Boquerones, calamares, salmonetes, cazón… todo lo que venga del mar, rebozado ligeramente en harina y frito en aceite de oliva bien caliente. Suena simple, pero cuando lo hacen bien es adictivo. Nuestra recomendación top: en Málaga, andá a El Tintero en El Palo. Es un chiringuito donde los camareros pasan con bandejas de pescado recién frito gritando qué hay, y vos levantás la mano como en un remate. Es caótico, ruidoso, cero pretencioso y la experiencia es tan memorable como la comida.

Los espetos de sardinas son otro clásico ineludible. Las sardinas se ensartan en una caña de bambú y se asan verticalmente en las brasas de un fuego hecho con madera de la playa. El resultado es un pescado jugoso, ahumado, con ese sabor a mar y fuego que no se consigue de ninguna otra forma. En Nerja, en cualquiera de los chiringuitos de Burriana, preparan unos espetos memorables. En Fuengirola, el chiringuito Pura Cepa en la playa de Los Boliches nunca falla.

Si te gusta el marisco, la Costa del Sol es tu paraíso. Gambas blancas, langostinos, almejas, navajas, cigalas… la calidad es excepcional. Eso sí, el marisco es de las cosas más caras en la gastronomía española, así que preparate para gastar un poco más. En Marbella, el mercado de abastos tiene varios puestos con barra donde podés comer marisco fresco a precio de mercado, mucho más razonable que en restaurantes turísticos.

El gazpacho y el salmorejo son las sopas frías que vas a ver en todos los menús durante el verano, y con razón: son refrescantes, nutritivos y perfectos para el calor. La diferencia principal es que el salmorejo lleva más pan y se sirve con trocitos de jamón serrano y huevo duro. Probá ambos y decidí tu favorito.

Los churros con chocolate son el desayuno o merienda definitiva, especialmente en invierno. En Málaga, Casa Aranda (abierto desde 1932) es una institución: churros crujientes por fuera, tiernos por dentro, y un chocolate espeso que necesitás cucharear. Siempre hay cola, pero avanza rápido y vale totalmente la espera.

Y algo que no podés irte sin probar: el vino dulce de Málaga. Esta región tiene una tradición vitivinícola que se remonta a los fenicios (sí, estamos hablando de casi 3,000 años). El vino dulce malagueño es intenso, aromático, perfecto para acompañar postres o quesos. Muchos bares lo sirven como cortesía después de la comida, pero si querés una experiencia más completa, visitá alguna de las bodegas en la zona de la Axarquía, al este de Málaga.

Cuándo viajar: la guía definitiva según tu estilo

La pregunta del millón: ¿cuándo es el mejor momento para visitar la Costa del Sol? La respuesta honesta es: depende de qué busques. Cada estación tiene sus pros y contras, y entender esto puede hacer la diferencia entre unas vacaciones memorables y una experiencia mediocre.

Verano (junio a septiembre): Es temporada alta, y se nota. Las playas están llenas, los precios suben un 30-50%, y el calor puede ser agobiante (35°C o más en julio y agosto). Pero también es cuando la Costa del Sol está más viva: todos los chiringuitos abiertos, festivales, conciertos en castillos, noches eternas en las terrazas. Si te gusta el ambiente festivo, no te importan las multitudes y tu presupuesto es flexible, el verano es tu época. Tip: evitá la segunda quincena de agosto si podés, que es cuando los españoles tienen vacaciones y todo colapsa.

Primavera (marzo a mayo): Para nosotros es la época ideal. Las temperaturas son perfectas (20-25°C), ya se puede ir a la playa cómodamente, los precios son razonables y los destinos no están saturados. Las flores están en su máximo esplendor (la primavera andaluza es espectacular), y podés hacer actividades al aire libre sin derretirte. Semana Santa es la excepción: los precios se disparan y todo se llena, pero si te interesa la cultura y las procesiones religiosas, es impresionante.

Otoño (septiembre a noviembre): Otra ventana excelente. El mar todavía conserva el calor del verano (podés bañarte perfectamente hasta octubre), las temperaturas son agradables, y los turistas ya se fueron. Los locales vuelven a ser mayoría en las playas y restaurantes, y eso le devuelve autenticidad al ambiente. Septiembre es particularmente bueno: buen clima, menos gente, precios intermedios.

Invierno (diciembre a febrero): La temporada baja tiene su encanto si no vas exclusivamente por la playa. Los precios son los más bajos del año (podés conseguir hoteles de 4 estrellas por 40-50 euros la noche), no hay casi turistas, y el clima, aunque fresco, sigue siendo mucho más suave que en el resto de Europa (15-18°C de media). Es perfecto para conocer ciudades, museos, rutas gastronómicas y montaña. Eso sí, muchos chiringuitos y negocios de playa cierran en esta época.

Tips de insider que solo Travel Wise te cuenta

El tema del agua en España: A diferencia de Argentina, en los bares y restaurantes españoles te cobran el agua. Siempre. No existe eso de «jarra de agua» gratis. Pedí «agua del grifo» si querés ahorrar, es potable y gratis.

Las siestas son reales: Entre 14:00 y 17:00, muchos negocios cierran. No es raro que a las 15:00 quieras comprar algo y todo esté cerrado. Planificá en consecuencia.

Las propinas: No son obligatorias como en Estados Unidos ni esperadas como en Argentina para todo. En restaurantes, redondear o dejar un 5-10% si el servicio fue bueno está perfecto. En bares de tapas, con dejar las monedas sueltas alcanza.

La mejor forma de conseguir alojamiento: La Costa del Sol tiene infinitas opciones de alojamiento, sólo comentanos tus preferencias y en Travel Wise te asesoramos para que decidas tu mejor opción.

Cuidado con las «trampas turísticas»: Evitá restaurantes con fotos gigantes del menú en la puerta, personas invitándote a entrar, o que tengan el menú en 15 idiomas. Generalmente son mediocres y caros. Buscá lugares donde comen españoles, aunque el menú esté solo en castellano.

El secreto de las tapas: En muchos bares de Málaga todavía existe la tradición de servir una tapa gratis con cada bebida. No es muy conocido por los turistas, pero si pedís una cerveza en un bar local, te la traen con algo de comer (aceitunas, patatas, trocito de tortilla). Es parte de la cultura y suma un montón al presupuesto.

Playas menos conocidas: Si querés escapar de las multitudes, investigá las calas pequeñas entre los destinos grandes. Cala del Moral (entre Málaga y Rincón de la Victoria), Playa de la Caleta en Marbella, o las calas cerca de Maro en Nerja suelen estar mucho más tranquilas.

La magia intangible que te vas a llevar

Más allá de los destinos, las playas y los museos, hay algo en la Costa del Sol que es difícil de poner en palabras pero fácil de sentir. Es esa capacidad andaluza de disfrutar la vida sin complicarla innecesariamente. Es pararse a las 11 de la mañana en un bar a tomar un vermut con aceitunas sin sentir culpa. Es esa conversación espontánea con un desconocido en una terraza que termina durando dos horas. Es el ritmo que te obliga a bajar las revoluciones, a dejar de correr hacia ningún lado y simplemente estar presente.

Los argentinos tenemos una ventaja enorme: compartimos idioma, tenemos una idiosincrasia que conecta fácilmente con la española, y nuestra cultura del disfrute y la socialización se alinea perfectamente con la andaluza. No vas a sentirte extranjero en la Costa del Sol; vas a sentirte como en casa pero con mejor clima y mar al lado.

Cada uno de estos cinco destinos —Marbella, Málaga, Torremolinos, Nerja y Fuengirola— te va a dejar algo diferente. Marbella te va a mostrar que el lujo y la autenticidad pueden convivir. Málaga te va a sorprender con su vitalidad cultural y esa energía contagiosa que tiene. Torremolinos te va a demostrar que los destinos se reinventan y merecen segundas oportunidades. Nerja te va a enamorar con su belleza natural y ese ritmo tranquilo que cura cualquier estrés. Y Fuengirola te va a recordar que los mejores destinos a veces son los que menos presumen.

Preguntas Frecuentes

¿Cuál es la mejor zona para alojarse en la Costa del Sol? Depende de tu estilo: Málaga si buscás cultura y vida urbana, Fuengirola para familias con buen equilibrio precio-servicios, Marbella para mayor exclusividad (y presupuesto), o Nerja si preferís tranquilidad y naturaleza. Para primera vez, Málaga o Fuengirola como base funcionan perfecto porque desde ahí moverte es fácil y económico.

¿Es necesario alquilar auto para recorrer la Costa del Sol? No es imprescindible. El tren de Cercanías y los autobuses conectan muy bien todos los destinos principales, con frecuencias altas y precios bajos. Un auto te da flexibilidad para calas escondidas y pueblos de montaña, pero sumá costos de alquiler, combustible, peajes y parking. Si tu plan es principalmente playa y ciudades costeras, transporte público es suficiente.

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