Quiero conocer más sobre este destinoDe Dubai sabía dos cosas: que en la década de 1960 se convirtió en una de las ciudades más ricas del mundo y que, por consecuencia, era siempre descomunal y créanme que cuando lo conocí, lo comprobé.
Sin dudas Dubai se ha llevado una de mis mejores postales y es que he quedado maravillada con todo lo que he visto acá. Y pensar que estuve a punto de no realizar este viaje por escuchar narraciones que me llevaron a sentir que la excesiva Dubai no capturaba el misterio profundo del desierto y la cultura árabe, que se olvidaba su mística entre eternos rascacielos y que su verdadera esencia se escurre como arena del desierto. Pero al cabo de un par de días, me demostró cuánto me equivocaba.
En mi experiencia como turista, entendí que no hay mejor manera de descubrir un lugar que caminarlo por la línea que atraviesa su historia, sobre todo para poder entenderlo y apreciarlo de una forma diferente. Ahí fue donde me di cuenta de que la gran perla de los Emiratos Árabes Unidos no siempre fue una capital conocida por su lujoso comercio, la arquitectura ultra moderna y su vida nocturna animada. Un día, hace no mucho tiempo, Dubai fue un pequeño punto perdido, casi ignoto, a un costado del Golfo Pérsico. De eso da cuenta el Khawr Dubayy y los pocos lugareños con los que hablé mientras recorría sus aguas, en donde también me confesaron que el lugar se comenzó a poblar de a poco gracias a la ayuda de comerciantes que buscaban hacer negocios con las perlas y la pesca.
El río Dubai Creek, que en realidad es una corriente de agua salada considerada un santuario de vida salvaje, separa la ciudad en dos partes: Bur Dubai al sur y Deira, al norte. En estas orillas está el alma de la ciudad, esa cualidad que el vértigo, la opulencia y el ritmo acelerado de la modernidad no supieron robarle. Entre sus características más principales se encuentra su gente, su arquitectura inconfundible debido a su herencia tradicional, sus mezquitas y los zocos con perfumes, telas y especias. Sin dudas este río es la contracara de una urbe grandiosa que se eleva tan alto que parece nunca mirar hacia abajo.
Caminar entre lo rústico e histórico de Dubai me hizo querer conocer más sobre sus orígenes y fue ahí donde descubrí una belleza que superó mis expectativas: El Al Fahidi. Este es un barrio residencial y tradicional en donde se exhiben fotografías y documentos antiguos. Es también una pequeña perla histórica de esas que amas encontrar pues es completamente diferente a lo que buscas y nadie espera toparse con semejante belleza.
Una vez terminado el recorrido histórico me encuentro atravesando el río y descubriendo a la Dubai de mis pensamientos, esa que por lujosa y extrovertida, no es menos extraordinaria.
Caminar por acá es simplemente maravillarse con sus centros comerciales, vitrinas espectaculares, edificios que se pierden en el cielo, pistas de ski indoors, playas, fuentes de agua que dibujan un trazo hipnótico, espejismos combinados que me hacen imaginar cuántas historias fantásticas habrán ocurrido en estos sitios y es que me es imposible no pensar en que Dubai debe estar llena de anécdotas.
Cuando el ardor de la tarde desértica se hace sentir, el Mall of the Emirates es un verdadero oasis para disfrutar un poco haciendo shopping. Este es el segundo centro comercial más grande del mundo. Lo elegí porque no podía dejar de ver el Ski Dubai, una pista con capacidad para 1500 esquiadores que se encuentra dentro del lugar, la cual me ha dejado fascinada porque no podía creer cómo fueron capaces de crear semejante obra de arte y hacerte sentir que estás en la cima de una montaña.
Pero el frío de la nieve duró poco, ya que decidí caminar y encontrarme con el calor del sol en Jumeirah Beach, esta es una playa de arena blanca que se encuentra en Jumeirah, distrito de Dubai. Allí me senté a disfrutar la vista hacia el Burj Al Arab, el hotel más lujoso del mundo. Pero también me relajé al notar que, a pesar de su herencia musulmana, en Dubai no prohíben que las extranjeras usen bikini, lo cual me permitió broncearme un poco y disfrutar la tarde.
A medida que el sol fue cayendo, me dirigí hacia una parada obligatoria: el Dubai Mall, lugar donde se exhibe uno de los espectáculos de aguas danzantes más vibrantes del mundo, a metros del majestuoso Burj Khalifa. El agua alcanza casi 300 metros de altura y se mueve al ritmo de la música árabe mientras serpentea en el aire para lograr el asombro de todos.
Y a unos pasos, está lo que todos, o al menos los más aventureros, quieren experimentar: subir al Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo. En mi experiencia, puedo decir que es mejor visitarlo al atardecer, para poder disfrutar de una vista panorámica de la ciudad y observar los últimos rayos de sol. Subir al mirador de 555 metros de altura es nada menos que pararse en la cima del mundo, sentir lo más parecido a volar y dejar de lado el miedo a la altura para poder maravillarse con una actividad única.
Subir el Burj Khalifa fue lo más aventurero que hice y cuando bajé de él y me perdí entre la gente no pude evitar pensar en qué actividad podría superar semejante experiencia, pues esta ha sido la más alta que he alcanzado.
“Ha llegado a la misma perfección de la belleza, no te asombre si enloquece de amor a todos”, dice un pasaje de Las Mil y Una Noches, y yo imagino que habla de las vistas de Dubai y del sol que se esconde en el desierto.
Algo que aprendí como viajera es que en cualquier parte del mundo se puede comer algo típico y rico por poco dinero, sobre todo si se sabe dónde buscar y a quién preguntar. Es cierto que Dubai es un punto algo complicado para eso, pero tranquilos, pues no todo aquí es lujo y fajos de dinero.
Entre las opciones más económicas está la de las cadenas que se encuentran dentro de los malls, con muchísima variedad de platos y precios. Otra alternativa que descubrí caminando por las calles son los puestos en donde puedes disfrutar de comidas típicas como: pizzas, pastas, falafel, arroz o kebabs, los cuales oscilan entre los 8 y los 11 euros. También existen lugares como Sidra y Aroos Damascus que son ejemplos de sitios poco fastuosos, donde las porciones son grandes y las alternativas variadas.
Un dato importante que debes saber si te interesa conocer Dubai es que los musulmanes tienen totalmente prohibido beber alcohol. Igual no se preocupen, pues esto no es un problema para los turistas, lo único que se debe tener en cuenta es que los locales tienen que disponer de una licencia especial para poder vender, es por eso que lo más recomendable es consumir este tipo de bebidas en hoteles o restaurantes.
En lo personal diré que más allá de todo, lo primordial es disfrutar del hermoso paisaje que tiene este lugar. Me voy de aquí pensando cuál será mi próximo destino, lo más seguro es que arribe en Turquía y me adentre en ese magnífico país del medio oriente.
Seguiré mi camino fantaseando en cómo esta ciudad de reyes reescribió toda su historia y sacó de ella lo más puro para convertirla en lo mejor del mundo.
Confié en una agencia de viajes que me brindó todo y mucho más. Confié en el proceso y volví distinta.
Dubai, un recorrido a puro asombro.