Pueblos costeros de Italia que te van a enamorar


Cada lugar tiene una historia que contar


#volvésdistinto

Imaginá por un momento estar parado en una terraza con vista al mar, con una copa de vino local en la mano, mientras el sol se pone detrás de casitas de colores que parecen sacadas de un cuento. Ahora imaginá que ese lugar no está abarrotado de turistas, que los precios son razonables y que los locales todavía te saludan con una sonrisa genuina. ¿Parece demasiado bueno para ser verdad? En Travel Wise te mostramos que sí lo es.

Italia esconde tesoros costeros que la mayoría de los viajeros nunca llegan a descubrir. Mientras las multitudes se agolpan en Cinque Terre o Positano, hay pueblos costeros auténticos dispersos por toda la península que ofrecen la misma belleza mediterránea, pero con esa magia que solo se encuentra fuera de los circuitos turísticos masivos.

En este artículo Travel Wise te contará sobre cinco pueblos que, según National Geographic, representan lo mejor de la Italia auténtica costera.

Vernazza: La joya escondida entre acantilados

Empezamos fuerte con Vernazza, un pueblito que técnicamente forma parte de Cinque Terre, pero que logra mantener un aire más auténtico que sus vecinos más famosos.

Lo que hace especial a Vernazza no son solo sus casas de colores apiladas como si fueran bloques de construcción gigantes, sino la forma en que la vida local se desarrolla sin prisa, casi ignorando a los visitantes. Los pescadores siguen saliendo al amanecer, las nonnas cuelgan la ropa en balcones que desafían las leyes de la física, y en los bares locales todavía podés tomar un espresso de pie por menos de dos euros.

La playa de Vernazza es diminuta pero perfecta: una media luna de arena gruesa rodeada de rocas donde los locales van a refrescarse después del trabajo. No esperes tumbonas ni sombrillas de alquiler; acá la cosa es más rústica, más real. Traé tu toalla, buscá tu rincón entre las rocas y disfrutá del Mediterráneo como lo hacían los italianos hace cincuenta años.

Para llegar hasta acá, la mejor opción es el tren desde La Spezia, aunque si te animás a manejar por las curvas de la Riviera italiana vas a tener unas vistas alucinantes que ameritan deternerte para sacar las mejores fotos.

El secreto de Vernazza está en visitarlo fuera de temporada alta. Entre octubre y abril, cuando los grupos de turistas se van, el pueblo recupera su alma. Los restaurantes bajan los precios, los locales tienen tiempo para charlar, y vos podés caminar por esas callecitas empedradas a gusto y piacere.

Tellaro: El refugio de poetas en Liguria

Tellaro es ese lugar del que solo hablan los que realmente saben. Este pueblito de apenas 300 habitantes se aferra a un promontorio rocoso en el Golfo de La Spezia como si hubiera sido dibujado por un artista romántico con demasiado tiempo libre.

Tellaro tiene esa cosa mágica que solo encontrás en los lugares que no aparecen en las guías turísticas principales. Acá vivió D.H. Lawrence, y cuando caminás por sus calles entendés perfectamente por qué un escritor elegiría este lugar para inspirarse. Las casas parecen crecer directamente de la roca, pintadas en tonos pastel que cambian de color según la hora del día.

Lo más loco de Tellaro es su oratorio de Santa Maria in Selaa, una iglesita que está literalmente construida sobre las rocas del mar. Cuando hay marea alta y viento, las olas golpean contra las piedras justo debajo del altar. Imaginate estar en misa con el sonido del Mediterráneo como música de fondo; es una experiencia que no se olvida.

El pueblo tiene una sola calle principal que desemboca en una plazita diminuta donde está el bar-restaurante del lugar. Acá no vas a encontrar menús en cinco idiomas ni precios inflados para turistas. La carta está en italiano, los precios son de barrio, y si tenés suerte, la nonna de la familia que maneja el lugar te va a contar historias del pueblo mientras preparás la focaccia más rica que hayas probado en tu vida.

Para llegar a Tellaro, lo mejor es moverse desde Lerici, que está a solo 3 kilómetros. Podés ir caminando por un sendero costero que es una belleza, o en auto si no te molestan las calles angostas. Lo importante es que vayas sin expectativas, porque Tellaro no es un lugar que se entiende de entrada; es un lugar que se siente.

Camogli: el secreto mejor guardado de la Riviera

Camogli es ese tipo de lugar que te hace preguntarte cómo es posible que no sea más famoso. Está a menos de una hora de Génova, tiene una de las costas más lindas de Liguria, y sin embargo, sigue siendo un secreto bien guardado entre los italianos del norte que vienen acá para escaparse los fines de semana.

El nombre del pueblo viene de «Casa delle Mogli» (Casa de las Esposas), porque las mujeres de los pescadores esperaban acá el regreso de sus maridos. Esa historia te da una pista de lo que vas a encontrar: un lugar donde la tradición marinera sigue viva, donde los barcos pesqueros conviven con los yates de recreo, y donde todavía podés comprar pescado fresco directo de los botes.

La playa de Camogli es de esas que te hacen entender por qué la gente se enamora del Mediterráneo. Es una bahía protegida con agua cristalina, rodeada de casas de colores que parecen sacadas de una postal de los años 50. Lo mejor es que, a diferencia de otros destinos costeros italianos, acá todavía podés encontrar lugar en la playa sin tener que reservar con ocho meses de anticipación.

Pero si hay algo que hace especial a Camogli es su gastronomía. Este es el lugar de origen de la focaccia col formaggio, esa delicia que combina la masa crocante con queso cremoso y que se ha convertido en una obsesión para cualquiera que la prueba. También está la famosa Sagra del Pesce, una fiesta gastronómica donde preparan pescado frito en una sartén gigante que entra en el Libro Guinness de los Records.

El pueblo tiene esa vibra de lugar que funciona todo el año, no solo en verano. En invierno, cuando las terrazas de los restaurantes se cubren con vidrio para protegerse del viento, Camogli se transforma en un refugio acogedor donde podés pasar horas tomando vino y comiendo pasta fresca mientras mirás las olas romper contra las rocas.

Atrani: el pueblo más pequeño de Italia con el corazón más grande

Si creías que ya conocías todos los pueblos de la Costa Amalfitana, Atrani te va a demostrar que siempre hay sorpresas esperándote. Con apenas 850 habitantes distribuidos en menos de un kilómetro cuadrado, este es oficialmente el municipio más pequeño de Italia, pero te aseguro que en carácter le gana a lugares diez veces más grandes.

Atrani está literalmente escondido entre las rocas, a solo unos minutos de Amalfi pero en un mundo completamente diferente. Mientras Amalfi se prepara para recibir cruceros y autobuses de turistas, Atrani sigue siendo ese lugar donde los chicos juegan al fútbol en la única placita del pueblo y donde las nonnas se sientan en las escaleras a tomar el fresco por las tardes.

Lo que más atrae de este lugar es cómo la arquitectura medieval se conserva intacta sin sentirse como un museo. Las casas están literalmente construidas una encima de la otra, conectadas por escaleras y pasajes que forman un laberinto vertical. Es como si hubieran tomado un pueblo normal y lo hubieran comprimido hasta convertirlo en una obra de arte tridimensional.

La playa de Atrani es una joyita escondida: una pequeña cala con arena volcánica negra que contrasta con el azul intenso del mar. No es grande, pero tiene esa intimidad que hace que te sientas como si hubieran descubierto tu propio rincón secreto del Mediterráneo. Además, los precios de las sombrillas y tumbonas son muchísimo más razonables que en el resto de la Costa Amalfitana.

Para comer, tenés que probar los restaurantes familiares que hay escondidos entre las callejuelas. Acá no vas a encontrar menús turísticos; la carta cambia según lo que haya fresco en el mercado, y es muy probable que termines comiendo en una terraza con vista panorámica que en cualquier otro lugar de la costa costaría una fortuna.

El secreto para disfrutar Atrani es llegar temprano por la mañana o quedarse hasta tarde. Los tour buses que vienen de Amalfi suelen pasar por acá al mediodía, pero cuando se van, el pueblo vuelve a ser tuyo. Es en esos momentos cuando podés sentarte en la escalinata de la iglesia de San Salvatore de Birecto y entender por qué este lugar ha enamorado a tantos viajeros que terminaron quedándose para siempre.

Manarola: donde los viñedos se encuentran con el mar

Cerramos esta primera parte con Manarola, otro pueblo de Cinque Terre que merece una mención especial por cómo logra combinar la belleza natural con una tradición vitivinícola que se remonta a más de mil años. Este lugar te demuestra que Italia no solo sabe hacer ciudades hermosas, sino que también sabe integrarlas con la naturaleza de una manera que parece imposible.

Lo primero que te va a impactar de Manarola son los viñedos en terraza que bajan hasta el mismo mar. Imaginate hileras de vides plantadas en muros de piedra construidos a mano, generación tras generación, creando un paisaje que es al mismo tiempo una obra de ingeniería y una obra de arte. El vino que se produce acá, el Sciacchetrà, es un vino dulce que tiene un sabor único, probablemente porque las uvas crecen respirando la brisa marina.

El pueblo en sí es una postal viviente: casas de colores intensos apiladas sobre una roca que se adentra en el mar como la proa de un barco gigante. Pero lo que hace especial a Manarola no es solo lo que se ve, sino lo que se vive. Acá todavía funciona una cooperativa de pescadores que vende directamente al público, y los productores de vino abren sus bodegas para que los visitantes prueben sus productos mientras cuentan historias de familias que llevan siglos trabajando la misma tierra.

El sendero del amor que conecta Manarola con Riomaggiore está cerrado por obras desde hace años, pero eso no importa porque el pueblo tiene sus propios encantos para descubrir. Podés caminar por los senderos entre viñedos, bajar hasta las rocas donde los locales van a pescar, o simplemente sentarte en alguno de los bares con vista al mar y dedicarte a no hacer nada, que a veces es la mejor forma de conocer un lugar.

Pueblos mágicos, lugares únicos

En la segunda parte de este artículo vamos a profundizar en los aspectos prácticos: cómo planificar tu viaje, cuándo ir, dónde alojarte, qué comer, y todos esos detalles que convierten una buena idea en un viaje inolvidable. También te contaremos algunos secretos que solo conocen los viajeros experimentados y que pueden hacer la diferencia entre un buen viaje y un viaje extraordinario.

¿Estás listo para descubrir junto a Travel Wise cómo convertir estos destinos de ensueño en tu próxima aventura italiana?

Planificando tu escapada a los pueblos costeros auténticos

Ahora que ya te enamoraste de estos lugares llegó el momento de la verdad: convertir esa inspiración en un viaje real. Planificar un viaje a pueblos menos turísticos requiere un enfoque diferente al de los destinos masivos.

La primera pregunta que siempre nos hacemos es: «¿Cuándo es la mejor época para visitar estos pueblos?» Y la respuesta no es tan simple como parece. Si querés vivir Italia como un local, tenés que pensar como un italiano. Los locales no van a la playa en agosto cuando hace un calor insoportable y todo está abarrotado; van en mayo, junio, septiembre y octubre, cuando el clima es perfecto y los precios son razonables.

La temporada ideal para pueblos costeros italianos va de abril a junio y de septiembre a noviembre. En estos meses vas a encontrar temperaturas que oscilan entre los 18 y 25 grados, agua de mar todavía cálida (especialmente en septiembre y octubre), y lo más importante: vas a poder moverte sin tener turismo masivo.

Pero hay una época del año que muy pocos consideran y es la más mágica: el invierno suave del Mediterráneo. Entre diciembre y marzo, estos pueblos se transforman completamente. Los restaurantes que atienden solo a locales abren sus puertas, los precios bajan a la mitad, y podés tener conversaciones reales con la gente del lugar. Sí, no vas a poder meterte al mar, pero vas a vivir una Italia auténtica que muy pocos turistas llegan a conocer.

Cómo moverse entre los pueblos costeros

El tema del transporte es fundamental, y acá es donde muchos viajeros se complican innecesariamente. Italia tiene uno de los mejores sistemas de transporte público de Europa, pero hay que saber cómo usarlo inteligentemente.

Para la zona de Cinque Terre y Liguria (donde están Vernazza, Tellaro, Camogli y Manarola), el tren es tu mejor aliado. La línea que va de Génova a La Spezia conecta prácticamente todos estos pueblos, y los trenes pasan cada 15-30 minutos durante el día. El secreto está en comprar la Cinque Terre Card, que no solo incluye los trenes sino también los autobuses locales y algunas actividades.

Un tip Travel Wise que muy pocos conocen: si vas a estar varios días en la zona, alquilá una bicicleta eléctrica en La Spezia o Levanto. Las ciclovías costeras te permiten moverte a tu ritmo, parar donde querés, y descubrir rincones que desde el tren no se ven. Además, es la forma más ecológica y saludable de conocer la costa italiana.

Para llegar a Atrani desde el norte, lo mejor es volar a Nápoles y después tomar el autobús SITA que va por toda la Costa Amalfitana. Las vistas compensan cualquier mareo. Si preferís más comodidad, podemos alquilar un auto, aunque manejar en la Costa Amalfitana no es lo más recomendable.

El transporte marítimo es una opción que muchos olvidan pero que puede ser la más espectacular. Entre abril y octubre funcionan ferries regulares que conectan los pueblos costeros. Ver estos lugares desde el mar te da una perspectiva completamente diferente, y los precios suelen ser similares a los del transporte terrestre.

La gastronomía local: más allá de la pasta y la pizza

Hablemos de comida, porque la gastronomía de los pueblos costeros italianos es un universo que se debe descubrir. Cada región, cada pueblo, tiene sus especialidades locales que reflejan siglos de tradición marinera y agricultura mediterránea.

En Liguria, donde están la mayoría de nuestros pueblos, el pesto es rey, pero no cualquier pesto. El pesto genovés auténtico se hace solo con albahaca cultivada en la zona, aceite de oliva taggiasca, piñones, ajo, sal gruesa y queso pecorino. La diferencia con las versiones comerciales es abismal. En Camogli podés tomar clases de preparación de pesto con nonnas que te enseñan secretos que se transmiten de madre a hija desde hace generaciones.

La focaccia también tiene sus variantes regionales. La focaccia col formaggio de Camogli no tiene nada que ver con la focaccia alle olive de otras zonas. Cada panadería familiar tiene su receta secreta, y es común que los locales tengan discusiones apasionadas sobre cuál es la mejor del pueblo.

El pescado y mariscos obviamente son protagonistas, pero la forma de prepararlos varía muchísimo. En Vernazza, la especialidad son las anchoas marinadas que se pescan directamente en la bahía. En Tellaro, probás los muscoli ripieni (mejillones rellenos) que se preparan solo en esta zona de la costa. En Atrani, no te podés ir sin probar los limones amalfitanos en todas sus formas: desde el famoso limoncello hasta ensaladas que combinan mariscos con cítricos locales.

Los vinos locales son otra historia fascinante. El Sciacchetrà de las Cinque Terre es un vino dulce que se hace con uvas pasificadas al sol marino. Es caro, sí, pero cada botella representa meses de trabajo artesanal en viñedos que desafían la gravedad. En la Costa Amalfitana, tenés que probar el Furore bianco, un vino que se produce en cantidades tan pequeñas que es casi imposible encontrarlo fuera de la región.

Preguntas frecuentes sobre pueblos costeros italianos

¿Es necesario alquilar auto para moverse entre estos pueblos costeros?

No es indispensable. Italia tiene excelente transporte público, especialmente en la zona de Liguria donde el tren conecta la mayoría de pueblos cada 15-30 minutos. Para la Costa Amalfitana podés usar autobuses SITA o ferries. El auto es útil para mayor flexibilidad, pero las carreteras costeras son desafiantes para conductores inexpertos.

¿Qué presupuesto diario necesito para visitar pueblos costeros auténticos italianos?

Con 80-120 euros por día por persona podrás vivir muy bien, incluyendo alojamiento en hoteles económicos, comidas en trattorias locales y transporte. Los pueblos menos turísticos suelen ser más económicos que Roma, Florencia y Venecia, especialmente si elegís hoteles standard y comer en los restaurantes donde van los locales.

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