Quiero conocer más sobre este destinoSabía que necesitaba algo como esto y es que cuando lo descubrí fue eso y mucho más. La aventura hacia lo desconocido me estaba esperando desde el momento en el que subí al avión y arribé a un destino totalmente sorprendente: Sudáfrica. Supe desde el primer momento que me iba a encontrar con una gran fauna africana, pero además de ello, quería ver algo distinto en esta parte del mundo y entender por qué este país es tan exitoso. Un sitio que tiene grandes parques, más de 3.000 kilómetros de costa bañada por dos océanos, desiertos, montañas y una cultura ancestral sorprendente. Es que, además, Sudáfrica tiene una historia que transita aún hoy por las calles de este lugar, y llevó a este continente bajo el sistema racial del apartheid, como un pasado triste y oscuro.
En el instante en el que llegue, quede maravillada y es que este lugar es un viaje en sí mismo: El Parque Nacional Kruger. Esta es la reserva natural más grande del país, ya que tiene una extensión de 19.633 km² y tiene quizás uno de los atractivos más esperados por ver: “Los 5 Grandes”. Este título hace honor a un quinteto de especies que provienen de África y en los cuales se encuentra el elefante, rinoceronte, león, leopardo y búfalo.
Antes de olvidar cualquier dato importante, quiero contarles como fue toda mi experiencia en este lugar. Lo primero fue comenzar el día antes del amanecer, desayunar tranquila y prepararme para toda la travesía. Cuando el sol empezó a mostrar su luz, me pasaron a buscar de manera muy cordial para aprovechar el mayor tiempo posible en aquel sitio.
Claramente esto fue a bordo de un vehículo 4×4 porque es el único vehículo capaz de adentrarnos en terrenos profundos. En mi mochila guarde todo lo necesario que personalmente considero que nunca debe faltar: En primer lugar, mi cámara de fotos, para poder tener un registro de todo lo que estaba viendo y es que el lugar es realmente maravilloso, después lleve un anotador para poder bajar todo tipo de ideas, comentarios e información relevante y luego pero no menos importante: Agua y protector solar pues siempre son necesarios.
En lo personal puedo decir que tuve una de las mejores experiencias de mi vida y una altamente recomendable. Ya que en mi recorrido me tocó un guía español que para mi suerte resultó ser un experto en rastrear los animales más escurridizos y un conocedor de la zona que se adentraba de una forma única en los terrenos. Más allá de las fotos y las anécdotas, puedo decir que este recorrido es algo que quedará para siempre en mi memoria y es que hubo momentos que solo mis ojos pudieron ver y fueron tan reales que me hicieron sentir que estaba dentro de un documental o película.
La sorpresa estaba a cada instante y pude llevarme momentos que recordaré por siempre, ya que quedé fascinada de sus paisajes llenos de montañas, de sus llanuras, del trato increíble que hay hacia los animales y de la hermosa calidad de vida que tienen todos allí.
Antes de contarles mi experiencia, quisiera hablarles un poco de este lugar maravilloso. Ciudad del Cabo es una ciudad portuaria que se encuentra en la costa Oeste de Sudáfrica y es también la capital de esta. Es una península tan increíble que sin dudas cuando te subís a admirar el paisaje desde un teleférico, sentís que viajas a través del tiempo.
En este sitio visité Victoria and Alfred Waterfront, un paseo marítimo que se encuentra ubicado en la costa atlántica de Ciudad del Cabo. El nombre de este lugar proviene originalmente del Príncipe Alfredo, segundo hijo de la reina Victoria, quien comenzó a construir el lugar en 1860 y quien le puso su nombre a la primera cuenta y el de su madre a la segunda.
De este pintoresco lugar, sacado de una postal, destaco su puerto, que fue donde comencé mi día, tomando un riquísimo café mientras observaba la playa y las embarcaciones que llegaban y partían.
Cerca del mediodía, decidí comenzar mi recorrido, conociendo la Isla Robben. Este sitio es más bien pequeño, con no más de 1 kilómetro de diámetro y se encuentra situado a unos 12 km de la costa más cercana, la famosa Table Bay. Caminar por este lugar me conectó más profundamente con la historia de Sudáfrica, ya que pude conocer la cárcel donde Nelson Mandela, el exmandatario, pasó sus 18 años encerrado bajo sucesivos gobiernos del apartheid. La Unesco declaró a este lugar como Patrimonio de la Humanidad en 1999.
Cuando mi recorrido finalizó, volví nuevamente hacia Victoria and Alfred Waterfront, donde me embarqué directamente hacia mi próximo destino. A pesar de que no pude quedarme a dormir acá, me comentaron que es un excelente sitio para pasar una noche, ya que cuenta con un centenar de restaurantes que tienen vista al mar y excelentes sitios de compras.
Cuando comencé este viaje me comentaron que no iba a parar de maravillarme. Claramente creí que estaban exagerando, pero en el momento en el que llegué a este sitio, entendí que sus palabras quedaban cortas frente a tanto asombro. Y es que realmente no paré de sacar fotos, conocer personas hermosas, descubrir nuevos paisajes y comer rico.
En mi próximo destino me dirigí rumbo a Boulders Beach. Esta es una playa que se encuentra a una hora aproximadamente de Ciudad del Cabo y es famosa por estar protegida con entradas de granito en donde viven una inmensa colonia de pingüinos africanos, los cuales te enamoran a primera vista.
La historia de este lugar comienza en 1983 cuando se descubrió la primera pareja de estas aves en la playa. En la actualidad hay cientos de ellos que habitan en el lugar y si tu deseo es conocer a la gran mayoría de ellos, por lo general se aconseja ir de octubre a febrero.
Sin dudas, este fue uno de mis momentos favoritos del viaje, porque estando allí logré conectarme 100% con lo que estaba viendo y es que jamás pensé que la naturaleza podría darme semejante regalo. El lugar está sacado de los libros de cuentos y el clima que ofrece es perfecto porque hay poco viento y al ser una bahía alejada sin mucha gente, podés armar un plan para todo el día porque se puede caminar por los muelles, tomar sol y observar cómo los pingüinos entran y salen del mar.
Cuando cayó el sol, tomé mis cosas y decidí recorrer los alrededores de la playa. Allí descubrí unos agradables puestos llenos de artesanías africanas típicas como las grandes túnicas bordadas a mano, la particularidad de las vasijas, lo colorido de sus joyas, y lo autóctono de los adornos para el hogar que me llevé para obsequiarle a mis seres queridos.
Al llegar la noche, decidí relajarme cenando en Boulders Beach Lounge Restaurant, un punto imperdible en la costa, donde probé el famoso “bobotie”, este es el plato típico del lugar, compuesto de carne picada especiada que estaba decorada con huevo en el medio y el cual acompañé con una copa de vino africano. El momento fue perfecto porque pude disfrutar de mi plato mientras contemplaba la belleza absoluta del mar.
Cuando pienso en la aventura que fue conocer Sudáfrica, lo que más destaco es lo salvaje, audaz y cautivante que fue. En el momento que llegué a casa y abrí la valija, no pude desprenderme de esa sensación magnífica que me dejó todo lo que viví en este recorrido extraordinario. En mi mente quedará la experiencia de un viaje que superó ampliamente mis expectativas y que me hizo caminar por lugares que jamás pensé conocer, los cuales estaban llenos de vida, anécdotas, conocimientos y emociones.
Ahora cada vez que miro las fotos sonrío hasta emocionarme, porque todo lo que traje conmigo son recuerdos que durarán para siempre y que me hicieron volver distinta.
"Cuando pienso en la aventura que fue conocer Sudáfrica, lo que más destacó es lo salvaje, audaz y cautivante que fue"