Il Dolce Far Niente se hizo mundialmente conocido gracias al libro ¨comer, rezar y amar¨ pero es una expresión bastante vieja utilizada en Italia para describir el placer de «no hacer nada». En la actualidad vivimos la vida aprovechando el tiempo, estamos todo el día trabajando, viendo la televisión, internet, la radio, tareas del hogar, y un montón de actividades en los que nuestro binomio mente-cuerpo solo se apaga a la hora de dormir. Creemos que esa es la forma de aprovechar el tiempo y si no se hace, es tiempo perdido.
Todos entendemos que estar activos, tener rutinas, horarios, actividades, en general mantenerse ocupado, no sólo ayuda a estar sanos física y mentalmente, sino que además es necesario para poder sobrevivir en un mundo como el de hoy. Es importante saber organizar el tiempo y planear las cosas de tal manera que cada persona pueda cumplir con todas las responsabilidades y deberes que tiene diariamente. Pero si dentro de esas rutinas y ocupaciones no hay un espacio para ‘no hacer nada’, y sobre todo, para aprender a disfrutar el hecho de no estar siempre ‘produciendo’, el tiempo libre empieza a convertirse, no en una fuente de placer, sino en una fuente de culpa. Nos pasa muchas veces que incluso llegan nuestras tan ansiadas vacaciones, y no sabemos que hacer con nuestro tiempo libre, porque no sabemos disfrutar de no hacer nada.
Il dolce far niente es un ejercicio y un regalo personal que todos debemos aprender, para cuidar nuestra salud física, mental y emocional que no implica no hacer nada, sino disfrutar del momento presente. Podemos empezar a tomar 10 minutos libres al dia en donde no ¨hacemos nada¨ productivo, pero si estamos haciendo algo en realidad. Tal vez tomar un te o un café sin nada mas que dedicarse a saborear nuestra infusión, leer un buen libro, tirarse en el piso mirando para el cielo, juntarse con amigos, dormir una siesta, tocar un instrumento, contemplar un atardecer, las opciones son infinitas y cada uno elije la que quiera.
Pero, para realmente disfrutar cada instante del presente, hay una serie de tips que al principio pueden parecernos una locura, como los siguientes:
Desconéctate. Navegar las redes sociales no cae dentro de la definición del placer de no hacer nada. Desayuná por la mañana sin tu teléfono. Dejá de revisar tus aparatos electrónicos un rato antes de irte a dormir.
Levanta la vista e involucra tus sentidos. Notá la belleza a tu alrededor. Encontrá un lugar lindo donde sentarte y dedicarte a mirar. Mirá la gente pasar, buscá figuras en el cielo, acariciá la brisa, fjate en los colores, descifrá sonidos y poné atención en los olores. ¿Ejemplos? Un día de cielo azul, el sol calentando tu piel, olor a comida en tu casa, un amanecer, un baño de bañera, ver a través de la ventana, escuchar tu música favorita, observar las flores o cualquier insecto que ande por ahí.
Menos televisión y más naturaleza. Reducí tu consumo de televisión. Conectá con la naturaleza. Pasá tiempo al aire libre, salí a caminar con tu mascota. Llenate de verde. Cuidá tu jardín.
Libérate de la culpa. Menos es más. Cuando logramos relajarnos, dormir suficiente y no saturar nuestros días somos más productivos y eficientes. Hace espacios en tu calendario para no hacer nada o para hacer una siesta. De 2:00 a 3:00 de la tarde “Far Niente”. Estar ocupados el 100% del tiempo ya está pasando de moda. Sacá la cabeza por la ventana para sentir el aire mientras manejás en lugar de ir dictando correos a tu teléfono.
Practica tus pasatiempos. Pintá, coloreá, tocá algún instrumento, escuchá música, escribí, intentá una nueva receta, cuidá a tus plantas y flores, tejé, meditá. Dedicá tiempo a explorar tu creatividad de una manera slow… relajante.
Sáltate algunos pendientes. No tenés que juntar la mesa y lavar los platos inmediatamente después de comer. Disfrutá el postre, el café, la sobremesa, la conversación y las risas de quienes te acompañan.
Elige un día de descanso. Puede ser el sábado, el domingo o cualquier día que te quede bien. Ignorá los mensajes en los miles de chats de tu teléfono, pasá un día en tu casa, quédate metido en la cama, disfrutá a tu familia
Tené presente la temporalidad. Recordá que nuestras experiencias no duran para siempre –aunque así quisiéramos- y cuando sabemos que son finitas empezamos a disfrutar más cada momento.
Habitar, disfrutar el momento presente, notar y agradecer lo que tenemos. No sólo sábados, domingos y días de vacaciones, sino un rato cada día. Quitémosle glamour al estar todo el tiempo ocupados y disfrutemos de los pequeños detalles que sólo podemos notar cuando no hacemos nada. Cuidemos nuestro cuerpo y alma.