Mi día en Auschwitz: mirar con otros ojos


Cada lugar tiene una historia que contar


#volvésdistinto

Volvió a amanecer con el cielo nublado y entre alguna llovizna incipiente me debatí cómo continuar. Casi me resistí inconscientemente a partir hacia Auschwitz. Sabía que toda esa melancolía que de a poco se había despertado en Cracovia era solo la antesala de lo que vendría después.

Lo primero que me llamó la atención al llegar a Auschwitz, uno de los complejos de campos de concentración y exterminio más grandes y simbólicos de la Alemania nazi, no fue precisamente el miedo a la angustia que inevitablemente me invadiría. En mi mente, este sitio siempre lucía vacío, sombrío y silencioso, pero cuando llegué, me encontré con cientos de viajeros bulliciosos que hacían preguntas al aire en varios idiomas.

También reparé en las estrictas medidas de seguridad que hay que sortear en el ingreso: se puede entrar con cámaras, pero no con bolsos o mochilas que superen el tamaño de un folio (es mejor no llevar más que lo indispensable a esta visita). Lo bueno es que la organización de los guías y del recorrido es tan prolija que todo sale según lo previsto y de la manera más ordenada.

Una vez adentro, todos los que estábamos allí, aunque no habláramos la misma lengua, trazamos una especie de pacto tácito para mantener el silencio y el respeto que merece este lugar. Más tarde, conversando una de las visitantes en el autobús de regreso, coincidimos en que es el mismo lugar el que nos propone la solemnidad y que resulta sorpresivo haber encontrado este sitio tan entero, con tantos retazos bien conservados de una historia de terror.

Auschwitz

Arbeit macht frei

Esta frase siempre me despertó preguntas. Corona la entrada al campo de concentración y significa “el trabajo libera”. Irónico, irreal, doloroso. Me quedo pensando en eso mientras camino con ojos absortos.

Este recorrido no se guarda nada. Toca todos los puntos, hasta esos que nos interpelan de maneras que no conocíamos. Incluye la parte de Auschwitz y de Birkenau, mostrando absolutamente todo el día a día en cautiverio de los judíos, intelectuales polacos, prisioneros de guerra, republicanos españoles y todos los que desgraciadamente caían en manos de los nazis.

Cuentan cómo se seleccionaban a los prisioneros que debían realizar trabajos forzados, a los que debían ser utilizados para los experimentos que dirigía el Dr. Josef Mengele o a los que debían morir de las formas más crueles jamás pensadas. Muestran las pertenencias que les arrebataban al llegar y que nunca volverían a ver, y hasta nos llevan al temido bloque 11, el mismo que vio morir a miles de personas en cámaras de gas y paredones de fusilamiento.

A veces dudo si debo tomar una foto o no. Veo a mi lado a decenas de turistas tomarlas de manera frenética y me invade una suerte de cuestionamiento moral. Luego recuerdo que estos lugares se mantienen en pie por algo y que uno los visita por algo: conocer el pasado ayuda a asegurar que los errores no se repitan en el futuro.

Auschwitz

Como salido de una película

En mi viaje de regreso a Cracovia reflexiono sobre algunas de las imágenes que me quedaron guardadas. Muchas de ellas se asemejan a escenas que solo he visto en películas, de esas que dan miedo y no queremos ver de noche. Pienso en los rostros de esas personas que nunca he visto ni veré y me pregunto cómo es que Polonia se mantiene hoy en pie, tan generosa, abierta y sonriente.

Hay viajes que no se hacen por placer, aunque viajar en sí ya sea abrir un poquito el alma. Y es que ése es el verdadero sentido de viajar: conocer la historia de todo, ver cómo el mundo se agitó y evolucionó, mirar un poco para adentro y aplicar algo de todo ese aprendizaje para uno mismo.

Caminé durante horas aclarando esa nostalgia que había nacido en el barrio judío de Cracovia y ahí terminé de entender por qué viajamos cuando viajamos: para ser un poquito mejores como ciudadanos del mundo.

Luego armaría mi equipaje para correr entre Viena y Budapest, pintaría mis recuerdos de otro color, pero esas enseñanzas que me quedaron en este camino durarían para siempre.

 

Barrio Judío – Cracovia

 

Galería

Recorré el museo con este video.

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