Un viaje hacia Praga, la más linda de todas.


Cada lugar tiene una historia que contar


#volvésdistinto

Un recorrido por la más linda  

Yo me había enamorado de Praga al menos 2 meses antes de llegar. Ansiaba tanto el momento del viaje que no paraba de tachar los días, de anotar lugares que quería conocer, de mirar fotos y leer sobre su historia. Entre tanta información me enteré de que recibe el apodo de la “Ciudad de las Cien Torres” y es conocida por la Plaza de la Ciudad Vieja, el núcleo de su centro histórico, y sus coloridos edificios barrocos, los cuales rodean toda la ciudad.   

Eso y mucho más hacen de Praga el lugar ideal para todos y es que es tan espectacular que se parece mucho más a un sueño que a la realidad.  Pero créanme cuando les digo que mis ojos estaban bien abiertos pues no quería perderme ningún detalle. 

Praga, la capital de la República Checa, está dividida por el río Moldava. Además de las atracciones que mencioné antes, también es famosa por la arquitectura de sus iglesias góticas y el Reloj Astronómico medieval, punto característico al que todos los turistas asisten para presenciar el espectáculo animado que brinda cada hora.  En Praga existe el legendario puente peatonal de Carlos, el cual se completó en 1402 y está bordeado de estatuas de santos católicos.

 

Una imagen que vale más que mil palabras  

Describir este lugar podría tardar mucho tiempo y es que está lleno de belleza que vale la pena mencionar. Si empezara a contar sobre su arquitectura gótica y sus callejuelas que, como laberintos, serpentean toda la ciudad, sonaría como cualquier otra capital del este de Europa, pero no es así. Ya que, sin dudas, Praga es la más linda de todas.  

Hay cosas en la lista de pendientes que son imprescindibles como visitar el Castillo, la Plaza de la Ciudad Vieja y el ya mencionado Reloj Astronómico. Pero yo me propongo siempre hacer un poquito más de lo que todos hacen, buscando que cada detalle de mi viaje tenga algo propio. Es por ello que armo mi propio itinerario en donde me gusta unir los puntos históricos que más me llaman la atención con un poquito de gastronomía típica y mucho de experiencia.  Según me dijeron, el casco histórico que hay en Praga es uno de los más lindos de Europa. No tengo tantos puntos de comparación, pero una cosa sí es cierta: es el más deslumbrante que vi en mi vida y es que no pare de alzar la vista para mirar el centenar de casas que rodean este sitio y me detuve a cada paso a sacar fotos, ya que aquí, hasta el último adoquín de calle es Patrimonio de la Humanidad.

Castillo de Praga

Tours que enamoran   

Incluso en medio de la muchedumbre que se agolpa en el Reloj Astronómico, logró apreciar cada detalle de esta ciudad imprescindible. Esta torre data de 1338 y el reloj, de 1410. Es un verdadero estandarte de la arquitectura gótica, pero no hace falta saber mucho de construcciones medievales para poder apreciar su unicidad la cual se encuentra precisamente en la pared sur del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja y sigue siendo hasta la fecha una popular atracción turística.  

Cuando me paro frente al Castillo de Praga (considerado el más grande del mundo), noto como este gigante monstruo empequeñece todo a su alrededor. El mismo a pesar de los sucesivos incendios e invasiones, es uno de los más notables, suntuosos y emblemáticos vestigios del gran pasado histórico, cultural y social de la ciudad.   

Observar su arquitectura me hace perder entre tanta belleza que no para de asombrarme. Sacar fotos de un lugar así para llevármelas de recuerdo, es casi una obligación.    

Cuando me detengo y miro a mi alrededor, noto como el aire fresco sobre mi rostro, las caras sonrientes de viajeros y las familias fotografiándose con su majestuosa fachada gótica, recrean una postal perfecta que solo se es capaz de ver en los cuentos que nos leían nuestras abuelas, donde había princesas, magos, torres eternas y hasta dragones.  

Un viaje a mi manera: las delicias de la cocina balcánica  

Como les había dicho anteriormente, me armé todo un itinerario para no perderme nada de este increíble lugar. Fue así entonces como pase de los paisajes de cuentos a los rincones del gourmet. De las historias que se escriben en los libros a las delicias que me transportaban de un tirón hacia el presente. Y es que, desde mi experiencia, puedo decir que la mejor manera de conocer la cultura de un lugar es a través de su cocina. Fue así entonces como hice todo un recorrido por los lugares que hicieron de Praga una ciudad tan rica de sabor.   

Conocer Praga a mi manera fue poder darme el lujo de probar todos sus manjares y entender que hay mucha más historia en las capitales de Europa del Este a través de un buen plato de goulash que en unos cuantos museos. Por eso me tomé todo el tiempo que pude para disfrutar de mi recorrido culinario, que, con todas sus herencias húngaras y germánicas, es uno de los que más me ha deslumbrado.  

Si andamos por República Checa, recomiendo siempre apostar al famoso goulash (en realidad, este plato es el rey de las llamadas “capitales imperiales” y me acompañó en todo mi trayecto).   

También disfruté de otros platos, los cuales sin dudas fueron mis favoritos como el knuckle, codillo de cerdo ahumado que generalmente se sirve acompañado de papas, y el schnitzel, que es una versión europea de nuestra famosa milanesa.  

Praga desde el aire

Tours que enamoran   

Incluso en medio de la muchedumbre que se agolpa en el Reloj Astronómico, logró apreciar cada detalle de esta ciudad imprescindible. Esta torre data de 1338 y el reloj, de 1410. Es un verdadero estandarte de la arquitectura gótica, pero no hace falta saber mucho de construcciones medievales para poder apreciar su unicidad la cual se encuentra precisamente en la pared sur del Ayuntamiento de la Ciudad Vieja y sigue siendo hasta la fecha una popular atracción turística.  

Cuando me paro frente al Castillo de Praga (considerado el más grande del mundo), noto como este gigante monstruo empequeñece todo a su alrededor. El mismo a pesar de los sucesivos incendios e invasiones, es uno de los más notables, suntuosos y emblemáticos vestigios del gran pasado histórico, cultural y social de la ciudad.   

Observar su arquitectura me hace perder entre tanta belleza que no para de asombrarme. Sacar fotos de un lugar así para llevármelas de recuerdo, es casi una obligación.    

Cuando me detengo y miro a mi alrededor, noto como el aire fresco sobre mi rostro, las caras sonrientes de viajeros y las familias fotografiándose con su majestuosa fachada gótica, recrean una postal perfecta que solo se es capaz de ver en los cuentos que nos leían nuestras abuelas, donde había princesas, magos, torres eternas y hasta dragones.  

Un viaje a mi manera: las delicias de la cocina balcánica  

Como les había dicho anteriormente, me armé todo un itinerario para no perderme nada de este increíble lugar. Fue así entonces como pase de los paisajes de cuentos a los rincones del gourmet. De las historias que se escriben en los libros a las delicias que me transportaban de un tirón hacia el presente. Y es que, desde mi experiencia, puedo decir que la mejor manera de conocer la cultura de un lugar es a través de su cocina. Fue así entonces como hice todo un recorrido por los lugares que hicieron de Praga una ciudad tan rica de sabor.   

Conocer Praga a mi manera fue poder darme el lujo de probar todos sus manjares y entender que hay mucha más historia en las capitales de Europa del Este a través de un buen plato de goulash que en unos cuantos museos. Por eso me tomé todo el tiempo que pude para disfrutar de mi recorrido culinario, que, con todas sus herencias húngaras y germánicas, es uno de los que más me ha deslumbrado.  

Si andamos por República Checa, recomiendo siempre apostar al famoso goulash (en realidad, este plato es el rey de las llamadas “capitales imperiales” y me acompañó en todo mi trayecto).   

También disfruté de otros platos, los cuales sin dudas fueron mis favoritos como el knuckle, codillo de cerdo ahumado que generalmente se sirve acompañado de papas, y el schnitzel, que es una versión europea de nuestra famosa milanesa.  

(Foto de: Restaurante en Praga)  

Muchas veces ocurre que, recorriendo, mirando y comprando el tiempo se pasa rápido y nos damos cuenta de que no pudimos sentarnos a degustar guisados suntuosos o algún plato abundante de esos que ayudan a continuar la marcha por la ciudad. Entonces en mi caso siempre opto por el Street Food, algo por lo que agradezco en cada ciudad que visito. Opciones como Smažený sýr (queso frito especiado y rebozado, crocante por fuera y suave por dentro) y utopenec (salchichas marinadas con especias) fueron las alternativas que más elegí cuando dudaba sobre qué comer y en lo personal sé los super recomiendo pues son platos rápidos y sencillos que nunca fallan.   

La comida checa es original y diversa. Casi no vale la pena pedir platos mundanos, porque probar la cocina típica es una apuesta segura. Las cervezas también son el fuerte de este país, y donde quiera que vaya, las propuestas de sus tabernas tradicionales nunca me defraudan.  

En mi último día, no tengo mejor idea para despedirme de esta ciudad que probando un tradicional trdelnik el cual me sirven crocante y calentito y el que acompañó con azúcar y canela, mientras contemplo por última vez la añeja Catedral de San Vito. Parece el adiós perfecto pues disfruto de una vista típica de Praga maridada con uno de los dulces más exquisitos de toda su cultura.   Praga es sinónimo de un viaje lleno de belleza, Travel Wise te asegura que confirmes esa experiencia para que vuelvas distinto.

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