Quiero conocer más sobre este destinoDespués de este viaje anhelado por tanto tiempo entendí muchas de las frases que me han dicho y entre tantas me quedo con mi favorita, la cual dice que “las experiencias buenas, nos quedan guardadas para toda la vida”. Más aún, creo yo, si esa experiencia se fusiona con ingredientes perfectos como: pueblos encantados, palacios, castillos y la oportunidad de presenciar un espectáculo del Mago Del Vals en la Plaza Vrijthof.
Siempre quise conocer Europa, sabía que este punto en el mundo debía ser tachado en algún momento de mi vida y es que cuando arribe supe que este lugar me haría vivir una experiencia única y completa. No por nada la gente lo recomienda y se enamora de este increíble continente lleno de magia y belleza.
Me tomó mucho tiempo investigar y entender a dónde quería ir. Anoté lugares y comidas que debía probar, pero sin dudas, vivirlo fue totalmente diferente y es que simplemente me dejé llevar por lo que se me proponía. Al llegar a destino comprendí que iba a encontrarme con gastronomía de primera, arquitectura histórica y una exquisita cultura.
¿Cuál fue mi parada? El país de Bélgica, conocido por estar rodeado de ciudades medievales, por su arquitectura renacentista y tener las sedes centrales de la Unión Europea. Conocer este sitio me hacía mucha ilusión, así que, en mi primer día, decidí convertirme en una europea más y tomar el metro para poder mimetizarme con los belgas y para entender un poco más de esto que le llaman “belgitude”. Cuando llegó la hora del almuerzo, lo único que quería mi mente era probar un gran plato de papas fritas, la comida típica de este lugar y la cual me aseguraron es totalmente diferente así que me desplacé hasta Maison Antoine y me pedí la gran “friterie” más conocida como cono de papas, donde podés agregarle salsas y acompañarlas con una buena hamburguesa. Este lugar es un punto muy conocido en la ciudad, tanta es su trascendencia que incluso la mismísima Angela Merkel llegó hasta aquí durante la cumbre europea en 2016 para degustar su comida. Y realmente valió la pena, pues es quizás de lo mejor que he probado.
Gante, Bélgica.
Al revisar mi itinerario me di cuenta de la poca distancia que existe entre Brujas y Gante, así que decidí armar mi mochila y realizar ambos puntos en el mismo día.
En la singularmente bella ciudad de Brujas caminé durante largas horas por sus típicas calles con adoquines, observé sus canales y descansé un tiempo prolongado sobre el verde y romántico Parque Minnewater mientras admiraba los edificios medievales. Sin dudas me dejé llevar por mi curiosidad de descubrir el hechizo de esta ciudad y me quedé encantada pues quería quedarme para siempre. Tomé muchas fotografías de las clásicas postales en este precioso casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Al finalizar mi recorrido, me desplacé hacia Gante. Este punto turístico se destaca por ser de las mejores ciudades medievales conservadas en el mundo, es para muchos un núcleo cultural en el que tuve la oportunidad de conocer su centro peatonal y sus castillos medievales como el de Los condes de Gante. Luego de haber pasado una hermosa tarde rodeada de cultura e historia que se respiraba en aquellos muros, terminé mi día bebiendo una deliciosa cerveza artesanal belga y deleitando en waterzooi, un plato típico de Bélgica que contiene ingredientes clásicos como pollo, papa y otras verduras.
Si hay algo que destaco de este lugar es la comida, uno cree que lo que probó es lo mejor del viaje, pero aparece un nuevo plato que supera al anterior.
Luego de recorrer bellos y pintorescos lugares en este tour por el país de Bélgica, decidí darme un gusto y saqué entradas para disfrutar el show del “Rey del Vals”. Para los que no lo conocen, este es un compositor austriaco que revolucionó el vals y lo llevó a otro nivel, haciendo de su música no solo una experiencia sino también mostrándote un show de danzas imperdible.
Sin dudas, esta era mi oportunidad de presenciar algo que hace mucho tiempo deseaba. Así que luego de pasar un día disfrutando de paisajes soñados y comida exquisita me adentre hacia la Plaza Vrijthof, donde un atardecer naranja rodeaba el lugar. Este es un espléndido sitio adoquinado y rodeado de árboles, en el centro de Maastricht. Según me contaron algunos lugareños, la plaza pasó de ser un antiguo cementerio romano a un espacio semiprivado que le pertenecía a la Colegiata de San Servacio, tiempo después, a mediados del siglo XIX, convirtieron a la misma en la plaza principal del pueblo.
Al enterarme de este dato y al interiorizarme un poco más sobre la vida del artista, entendí que no era casual que este espectáculo sé dé en la Plaza Vrijthof, pues esta es la ciudad natal de André Rieu, en donde vive en un coqueto castillo.
En la espera, sabía que iba a encontrarme con, no solo un momento para disfrutar de la música, sino un espectáculo que deleita los sentidos a pleno. Pero todo lo que vi y sentí superó mis expectativas, que ya eran muy altas previa al show. Es que Rieu, no es solo el director de la Orquesta Johan Strauss que se creó en 1987. Es todo un showman, con más de 50 músicos en escena, de distintas nacionalidades, que realizan a la perfección un repertorio con las canciones más famosas del cine, los musicales y la ópera, además de los valses más conocidos. Es que no en vano, André Rieu ha vendido más de 40 millones de CDs y DVDs y es número 1 en rankings internacionales.
Durante todo ese tiempo, los presentes pasamos por todas las emociones, pues la música de este hombre nos removió muchos momentos en nuestras vidas, aunque el punto máximo de sensación llegó cuando Rieu le dio inicio a «El Danubio azul» una canción tan exquisita que hizo que inmediatamente todo el público se levante de sus asientos para danzar y vibrar.
Esa noche volví al hotel con una energía única, que solo ese tipo de música puede generar.
La Plaza Vrijthof en pleno Show de André Rieu.
Llegué aquí por muchas recomendaciones, pero en mi caso puedo decir que todo lo que han dicho es poco para semejante placer y es que dormir en el Terhills Hotel fue sin dudarlo uno de los puntos más destacados como experiencia suprema de este itinerario el cual estuvo lleno de belleza y realeza. Este es un elegante lugar que se ubica a unos 19 km de Maastricht, y que cuenta con un exclusivo diseño interior que combina la impresionante fachada de un edificio de época con el lujo que solo un hotel 5 estrellas te puede dar.
Este se halla cerca del Parque Nacional Hoge Kempen y cuenta con restaurante y vistas privilegiadas hacia su jardín francés. Es que amanecer acá fue como viajar a otra época con los ojos abiertos en donde tuve el placer de disfrutar del mágico silencio de la mañana y el aroma fresco de sus flores.
Luego de un merecido descanso y un desayuno a todo trapo, llegué a un lugar cercano llamado Maasmechelen Outlet Village, este es un centro comercial que se destaca por la fachada de sus tiendas que a la vez aparenta ser un barrio medieval. Este es el lugar ideal para poder comprar ropa en marcas lujosas a un precio accesible.
Realizar esta última actividad fue un hermoso cierre para este viaje que lo tuvo todo y logró hacerme vibrar los sentidos. Debo decir que todo lo que viví fue superior a lo que había en mi mente y que sin dudas volví distinta.
Hotel Terhills.
Disfrutá del mago del vals.