Quiero conocer más sobre este destinoSin dudas la comida de los países del este de Europa son una de las razones principales por las cuales nos interesa conocer esta parte del continente. En este caso no podemos dejar pasar los platos de uno de los lugares más imponentes e históricos: La antigua Grecia.
La cocina griega es muy particular, ya que une lo típico del Mediterráneo con el agregado étnico de las influencias de oriente. Por eso, antes de llegar a este país, dudé un poco sobre la comida porque no sabía si los platos serían demasiado especiados, si las olivas me resultarían demasiado imponentes o si el yogur griego tendría un sabor realmente tan distinto. Por suerte aleje esos malos pensamientos y me deje llevar por las miles de recomendaciones y buenos comentarios sobre la comida típica de este lugar en el que ansiaba estar.
Como tengo una debilidad especial por los mercados y por la comida callejera – ya que creo que es la mejor forma de conocer la verdadera cultura de un país – me había decidido a empezar por ahí para dejar atrás todos los temores y entrenar mi paladar en el arte milenario de la gastronomía helénica.
De esa forma fue que inicié mi recorrido de sabores por los mercados de la ciudad para poder albergar y descubrir de qué manera se realizan los platos más típicos y ricos de Grecia. En Atenas, el Monastiraki está perfumado con el aroma de las olivas y decorado con el color de los pistachos frescos, dos cosas que nunca había visto en tanta cantidad. Los canastos se rebalsan de aceitunas de color intenso y gran tamaño, como si en estas tierras todo creciera con más fuerza.
Aceitunas – Mercado Monastiraki
El mercado es en general muy barato, me quedé fascinada con sus precios tan accesibles para nosotros los turistas y hasta pude comprar un kilo de higos por medio euro para llevar algo de fruta en mis paseos. Pescados, carnes de ternera y de cerdo, sésamo, laurel, hierbabuena y vegetales frescos, todo aquí es como una invitación para los que aman la buena comida y los ingredientes de calidad. Es como el paraíso de un buen chef o de cualquiera que aprecie el buen comer.
¿Y lo mejor? Es una buena opción si lo que buscas es realizar un plato típico, desde casa pues no solo te brindan toda la ayuda necesaria para realizarlo, sino que también te dan tips y consejos sobre cómo condimentar.
Y es que esas cosas son las que hacen la diferencia. Al poco tiempo de andar entre los mercados y el Street Food, todo el prejuicio que tenía sobre la comida de Grecia se había ido, pues me di cuenta de que en realidad era más sencilla y saludable de lo que yo pensaba. Mariscos recién sacados del Mar Egeo, hierbas aromáticas, yogur y miel pura, convierten cada plato en delicias equilibradas y livianas, con una calidad alimenticia superlativa y un sabor digno de los dioses.
A todos los que visiten Grecia les daré siempre el mismo consejo, porque fue la primera lección que aprendí viajando: es fácil encontrar alternativas para todos los gustos y en todos los rangos de precios, no hace falta gastar un dineral para comer rico, pues las opciones están en todos lados.
En general, aquí se come bien por poco dinero y hay desde propuestas muy simples y deliciosas hasta recetas más elaboradas con un inconfundible toque entre lo casero y lo ancestral. Una vez que prueban la Spanakopita (pasta rellena de espinacas), el souvlaki de pollo o cerdo y algo de fava (puré de guisantes), se dan cuenta de que todo es delicioso, familiar y saludable.
En mis momentos más relajados, con más tiempo para tomarme algo más que un par de horas en un restaurante, no lo dudé y aposté por la clásica musaka. Para los que no saben, esta es la mezcla perfecta entre carne de ternera, cebollas rojas, vino blanco, orégano, laurel, canela, tomates frescos, berenjenas y calabacines. La Musaka es uno de los platos más famosos de este país, que, por cierto, aunque no lo parece, es bastante difícil de preparar y el cual tiene uno de los sabores más exquisitos que he probado.
Restaurantes en Plaka – Atenas
Pero cuando las horas me apremiaban (sobre todo cuando visité la Acrópolis y los días de mucho trajín turístico), mi aliado ideal fue el auténtico gyro griego. Es muy similar al kebab: consta de pan de pita relleno de carne asada (de pollo o cordero), tomate, cebolla y salsa de yogur. Se encuentra fácilmente en cualquier lado, siempre está bien hecho y nunca defrauda.
Ya adelanté al principio que uno de mis principales interrogantes antes de llegar a Grecia giraba en torno a su famoso yogur, ¿podría ser realmente tan bueno? ¿De verdad notaría la diferencia? En efecto, no solo es bueno: es superlativo. Y más aún si nos hacemos un momento para probarlo en el mejor lugar del mundo.
Y cuando me refiero al mejor lugar, claramente estoy hablando de Stani, quien es considerado el rey del yogur en Atenas. No hay un solo viajero que no lo visite y un solo ateniense que no lo recomiende. En toda la ciudad hay bares de yogur o yogurterías, pero ninguna brinda la experiencia que este establecimiento me regaló. Sirve porciones abundantes y también tienen delicias en hojaldre y pasteles de crema. No está en el centro de la ciudad, pero vale la pena transitar esas calles más para conocerlo pues no probarán algo como esto en ningún otro lugar.
Yogurt Griego
Su famoso yogur se hace con leche pura de oveja y se sirve en porciones cuadradas: no es particularmente cremoso como el industrial, sino que se asemeja más a la textura del queso, ya que se elabora de una forma mucho más artesanal y tiene menos conservantes. Se decora con un baño de nueces picadas y miel pura de abejas, aunque no necesita endulzarse porque no es para nada ácido. Es un excelente desayuno, merienda o postre porque es uno de los alimentos más naturales y saludables, el cual podés acompañar con semillas, frutas y granola.
Desde la democracia hasta el arte, desde los juegos olímpicos hasta la medicina moderna, desde la historia hasta los cuentos, todo lo bueno que conocemos nació en la cultura helena. Me voy de este país con la certeza de que todo lo que conquista el corazón del mundo tiene su origen aquí, inclusive la comida.
Esos platos con tzatziki que me dieron vida cuando me cansaba de tanto andar, esos almíbares dulces sobre masas crocantes que deleitaron más de una tarde, ese sabor a hierbabuena que lo hacía todo más fresco y el tradicional yogur que cambió mi manera de pensar sobre la cocina del Mediterráneo, serán siempre mi parte favorita del viaje y todavía sigo sin creer cómo es que estuve tanto tiempo dudando de la comida de este lugar.
Entre mercados, tabernas y puestos callejeros, comencé a creer que cada maridaje era propio de la mitología y que esos platos eran dignos de dioses. Ahora llevó a Grecia para siempre en mí, como una alegoría de la filosofía ancestral que cruza todo el mundo y cuando me preguntan por mi viaje lo primero que les digo es que abran la mente y se dejen llevar por el sabor, las personas y las buenas costumbres que solo un lugar como Grecia te puede dar.
Gracias Travel Wise por este regalo, sin dudas volví distinta.
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